por Jesús Benito Herranz Gago "Catalajo"
Referirnos al mundo medieval puede llevarnos a pensar en algo lejano, tanto en el tiempo, como en el espacio. En el caso que vamos a tratar el tiempo cumple esa impresión, no el espacio, ya que, a tan solo dos kilómetros de la parroquia San Juan Bautista, por la carretera de Peguerinos, encontramos uno de los conjuntos de tumbas medievales a los que haremos referencia. A un kilometro mas o menos de este conjunto, hay otras sepulturas excavadas en roca. La tercera de las necrópolis medievales, se encuentra a cuatro kilómetros de Navalperal de Pinares.
Estas tumbas antropomorfas, excavadas en suelo rocoso, son también llamadas Olerdolanas, por haberse encontrado las primeras en una peña de Olérdola, provincia de Tarragona. Sin embargo estas necrópolis, se conocen popularmente como pertenecientes a los moros.
La tipología de las sepulturas es variada; y en la mayor parte de las necrópolis heterogénea; en algunos casos existe una tendencia a formas concretas; y ausencia en otras. Explicar su motivación es difícil, por no decir imposible; para algunos investigadores la razón principal de las sepulturas es la dureza del terreno en el que se ubican, dependiendo pues, de la facilidad o dificultad de trabajar la roca.
Se hallan con frecuencia, en el siglo X, enterramientos hechos por grupos familiares. Es posible que la tumba del varón sea antropomorfa, la de la mujer ovoide y la de los niños, situada entre ambos o a su alrededor, por lo común también ovoide, aunque bastante alargada, o antropomorfa indistintamente. El profesor Castillo, que en varios conjuntos le aparecieron estos agrupamientos, llega a pensar que se tratan de panteones familiares.
Don Manuel Milá y Fontanal escribe unos "Apuntes históricos sobre Olérdola" y a partir de entonces se aplica el calificativo de Olerdolanas a tumbas excavadas en la roca con perfil más o menos antropomorfo, siguiendo la costumbre arqueológica y prehistórica de designar los yacimientos análogos con el nombre del primer lugar donde se descubrieron. En un principio se supuso que eran de origen ibero o neolítico, pero al estudiar históricamente el poblado de San Miguel de Olérdola, se conoció que dicho lugar se repobló en el siglo X y fue abandonado a mediados del siglo XI.
El conocimiento del origen altomedieval de las sepulturas se tiene hacia 1889, sin adquirir importancia ni valor arqueológico, aun cuando fuesen conocidas en Francia y en España por estudiosos, ya que no encontraron otra utilidad que la comparación con otras análogas y una posible cronología. Su valor e importancia arqueológica e histórica comienza cuando el doctor Alberto Castillo inicia las excavaciones de las mismas, en la zona catalana primero y más tarde en las provincias de Soria, Burgos y Logroño, propagando el nombre de las tumbas olerdolanas en su libro "Cronología de las tumbas llamadas olerdolanas" del año 1968.
La datación de esta clase de sepulturas se hace difícil, por cuanto o están vacías o sólo se encuentran en ellas restos humanos. Resulta complicado establecer el número de tumbas que componen cada conjunto funerario, ya que, los destrozos realizados por el hombre o la erosión eólica, dificultan el conocimiento de la cantidad exacta de tumbas.
De la secuencia que nos dan las necrópolis, respecto a las formas de las sepulturas, podemos deducir una cronología. Esta puede variar algo según el lugar geográfico en que se encuentran, pero que, en general, siguen esta evolución: en los siglos VIII - IX las sepulturas tienen forma de bañera, con oquedad occipital y un inicio de la forma antropomorfa; en los siglos IX - X tenemos tumbas biformes en donde la cabeza se encaja al realizar un redondeado en la piedra; en los siglos X - XI encontramos nichos, el encaje de la cabeza se realiza labrando un arco de herradura, la forma de la sepultura puede ser trapezoidal o cuadrangular; por último en los siglos XI - XII se realizan lajas, con o sin orejas, rectangulares o trapezoidales y aparecen sarcófagos exentos. Así pues, todas las sepulturas solo tienen en común esta evolución en el tiempo, la ausencia de ajuar funerario y objetos.
Están orientadas, en su gran mayoría, de Oeste a Este, es decir, con la cabeza situada al Oeste y los pies al Este. Dirigir la cabeza mirando hacia Levante plantea el problema de saber en base a qué criterios se elige. Explicándose en función de consideraciones religiosas, en especial las que conceptúan la ciudad de Jerusalén (situada al Oriente) como factor determinante en la práctica de dicha costumbre; o de carácter teológico, proporcionados por los textos medievales: el Paraíso de donde fue expulsado Adán, estaba situado al Oriente; los hombres sabios vinieron del Este; la cruz del Calvario miraba hacia el Oeste, por tanto, para aquellos que tenían enfrente estaba situada al Este; el Oeste es la región de las sombras y del demonio; el Este es la de la luz; en las ceremonias bautismales primitivas el sacerdote miraba hacia el Oeste para adjurar al diablo, y hacia el Este cuando practicaba la inmersión; Cristo ascendió al cielo por el Este; y aparecerá en el Este el día del Juicio Final.
Ninguna de estas razones es anterior al periodo carolingio y no explican la abundancia de necrópolis orientadas hacia Oriente, anteriores a este momento. No se conocen directrices concretas por parte de la Iglesia anteriores al siglo X. Se han esgrimido otras razones como, el deseo de aprovechar ciertas características geológicas del terreno. Algunas sepulturas se colocan o vacían allí donde, entre otras tumbas, existe un espacio libre, aunque para ello la orientación no se adapte a la norma. Otra explicación alude a la posición del sol en el momento de su salida.
Las necrópolis se asentaban fuera de las urbes, por lo que pueden ser considerados yacimientos rurales y no es arriesgado pensar que pertenecieron a grupos itinerantes, dedicados primordialmente a la caza y a la ganadería. Ocupaciones desarrolladas por cualquier pueblo en época de beligerancias, como es la que nos ocupa. En las necrópolis en las que se han detectado restos óseos, la reutilización de enterramientos es constante.
Las tumbas se harían "ex profeso" para cada individuo, como hemos comprobado en el caso abulense de Martiherrero. La sepultura sería obra de familiares del difunto, aunque es posible que en los casos en que únicamente aparecen una, dos, o tres, puede que fuesen excavadas por los propios individuos que fueran a utilizarlas posteriormente. Bòlos y Pàges plantean la hipótesis de talleres itinerantes de operarios, quizás canteros, que realizasen estas sepulturas y con el tiempo se dedicasen a construir templos.
En general se pueden considerar como enterramientos de adultos los de longitud superior a 170 cms., de adolescentes los que superan los 140 cms., y de infantes los inferiores a 140 cms. Como estatura media se puede deducir, pues, 160 cms. en los varones y algo menor en las mujeres.
Eran personas con una clara deficiencia dentaria, producida por alimentos mal cocinados, como denuncia la sepsis oral, la abrasión dental y las caries. Otra patología digna de mención es la platicnemia tibial, muy marcada en una gran parte de los varones; muestra evidente del continuo ejercicio físico, de los accidentes geográficos, y de relieves abruptos y pronunciados. En este tipo de necrópolis se ha detectado un cráneo trepanado cuyo propietario no logró sobrevivir a la intervención quirúrgica.
El difunto sería enterrado con un sudario, de ahí que los ajuares no existan en los primeros momentos; con el tiempo se comenzaría a dejar, en el cuerpo del difunto, algunos aderezos ornamentales que utilizó en vida, anillos, pendientes, colgantes, pero lo habitual era que fuese depositado sin estos elementos decorativos.
EN LAS NAVAS DEL MARQUÉS
De las sepulturas excavadas en roca que podemos encontrar en el término municipal de Las Navas del Marqués, solo cabe hacer una somera descripción, obtenida de una exploración visual, al no existir trabajos arqueológicos, o de otro tipo, sobre ellas.
Las tumbas se agrupan en tres zonas (ver mapa anterior). En la primera, ubicada cerca de la carretera de Peguerinos, encontramos cuatro tumbas, tres juntas, en el mismo bloque de piedra, y otra separada de estas tres metros. Están orientadas hacia el Oeste, con ligera tendencia al Norte. En una de ellas se aprecia un inicio de antropomorfismo, es decir encontramos la cabeza cincelada y se aprecia uno de los hombros sobre una planta trapezoidal o asimétrica. Tipo de tumba que se desarrolló desde los s. IX al XI. Esta característica parece observarse en otra, pero no se puede asegurar, ya que se encuentra semienterrada la parte de la cabeza. Una tercera corresponde al tipo bañera con planta ovoide que sería el paso previo a las antropomorfas. En aquellas se empieza a insinuar la forma de una cabeza. Datan estas tumbas de los siglos IX y comienzo del X. La última está enterrada en una tercera parte de su longitud.
A un kilómetro de estas, siguiendo el curso del Arroyo Poveda, encontramos una serie de tumbas dispersas de forma diferentes. Cerca del arroyo, a unos veinte metros, una espectacular tumba rectangular antropomorfa, aislada, sin otras tumbas a su alrededor. Está orientada hacia el Oeste, manteniendo esa ligera tendencia hacia el Norte del conjunto anterior. A cuatrocientos metros aproximadamente de ella encontramos dos tumbas de tipo bañera, orientadas igual que la anterior, en un mismo bloque de piedra, una junto a la otra, lo que podría indicar una posible relación de sus ocupantes.
Aprovechando el título de esta revista, les invito a que caminen hacia estas sepulturas a fin de conocer el pasado, base del presente y pilar fundamental del futuro. A caminar por la Historia de Las Navas, a conocer, no solo las sepulturas de personas que vivieron aquí hace 1.200 - 1. 000 años, sino también las edificaciones históricas, tanto religiosas, Parroquia de San Juan Bautista (s. XIV y XV), Convento de Santo Domingo y San Pablo (s. XVI), Ermita del Santísimo Cristo de Gracia (s. XV y XVI); como civiles, Castillo - Palacio Magalia (s. XVI). Siempre desde un sentimiento de respeto y cuidado por lo antiguo, ya que es nuestro patrimonio y de las generaciones venideras, que tienen derecho a conocer y disfrutar su pasado.
Referirnos al mundo medieval puede llevarnos a pensar en algo lejano, tanto en el tiempo, como en el espacio. En el caso que vamos a tratar el tiempo cumple esa impresión, no el espacio, ya que, a tan solo dos kilómetros de la parroquia San Juan Bautista, por la carretera de Peguerinos, encontramos uno de los conjuntos de tumbas medievales a los que haremos referencia. A un kilometro mas o menos de este conjunto, hay otras sepulturas excavadas en roca. La tercera de las necrópolis medievales, se encuentra a cuatro kilómetros de Navalperal de Pinares.
Estas tumbas antropomorfas, excavadas en suelo rocoso, son también llamadas Olerdolanas, por haberse encontrado las primeras en una peña de Olérdola, provincia de Tarragona. Sin embargo estas necrópolis, se conocen popularmente como pertenecientes a los moros.
La tipología de las sepulturas es variada; y en la mayor parte de las necrópolis heterogénea; en algunos casos existe una tendencia a formas concretas; y ausencia en otras. Explicar su motivación es difícil, por no decir imposible; para algunos investigadores la razón principal de las sepulturas es la dureza del terreno en el que se ubican, dependiendo pues, de la facilidad o dificultad de trabajar la roca.
Se hallan con frecuencia, en el siglo X, enterramientos hechos por grupos familiares. Es posible que la tumba del varón sea antropomorfa, la de la mujer ovoide y la de los niños, situada entre ambos o a su alrededor, por lo común también ovoide, aunque bastante alargada, o antropomorfa indistintamente. El profesor Castillo, que en varios conjuntos le aparecieron estos agrupamientos, llega a pensar que se tratan de panteones familiares.
Don Manuel Milá y Fontanal escribe unos "Apuntes históricos sobre Olérdola" y a partir de entonces se aplica el calificativo de Olerdolanas a tumbas excavadas en la roca con perfil más o menos antropomorfo, siguiendo la costumbre arqueológica y prehistórica de designar los yacimientos análogos con el nombre del primer lugar donde se descubrieron. En un principio se supuso que eran de origen ibero o neolítico, pero al estudiar históricamente el poblado de San Miguel de Olérdola, se conoció que dicho lugar se repobló en el siglo X y fue abandonado a mediados del siglo XI.
El conocimiento del origen altomedieval de las sepulturas se tiene hacia 1889, sin adquirir importancia ni valor arqueológico, aun cuando fuesen conocidas en Francia y en España por estudiosos, ya que no encontraron otra utilidad que la comparación con otras análogas y una posible cronología. Su valor e importancia arqueológica e histórica comienza cuando el doctor Alberto Castillo inicia las excavaciones de las mismas, en la zona catalana primero y más tarde en las provincias de Soria, Burgos y Logroño, propagando el nombre de las tumbas olerdolanas en su libro "Cronología de las tumbas llamadas olerdolanas" del año 1968.
La datación de esta clase de sepulturas se hace difícil, por cuanto o están vacías o sólo se encuentran en ellas restos humanos. Resulta complicado establecer el número de tumbas que componen cada conjunto funerario, ya que, los destrozos realizados por el hombre o la erosión eólica, dificultan el conocimiento de la cantidad exacta de tumbas.
De la secuencia que nos dan las necrópolis, respecto a las formas de las sepulturas, podemos deducir una cronología. Esta puede variar algo según el lugar geográfico en que se encuentran, pero que, en general, siguen esta evolución: en los siglos VIII - IX las sepulturas tienen forma de bañera, con oquedad occipital y un inicio de la forma antropomorfa; en los siglos IX - X tenemos tumbas biformes en donde la cabeza se encaja al realizar un redondeado en la piedra; en los siglos X - XI encontramos nichos, el encaje de la cabeza se realiza labrando un arco de herradura, la forma de la sepultura puede ser trapezoidal o cuadrangular; por último en los siglos XI - XII se realizan lajas, con o sin orejas, rectangulares o trapezoidales y aparecen sarcófagos exentos. Así pues, todas las sepulturas solo tienen en común esta evolución en el tiempo, la ausencia de ajuar funerario y objetos.
Están orientadas, en su gran mayoría, de Oeste a Este, es decir, con la cabeza situada al Oeste y los pies al Este. Dirigir la cabeza mirando hacia Levante plantea el problema de saber en base a qué criterios se elige. Explicándose en función de consideraciones religiosas, en especial las que conceptúan la ciudad de Jerusalén (situada al Oriente) como factor determinante en la práctica de dicha costumbre; o de carácter teológico, proporcionados por los textos medievales: el Paraíso de donde fue expulsado Adán, estaba situado al Oriente; los hombres sabios vinieron del Este; la cruz del Calvario miraba hacia el Oeste, por tanto, para aquellos que tenían enfrente estaba situada al Este; el Oeste es la región de las sombras y del demonio; el Este es la de la luz; en las ceremonias bautismales primitivas el sacerdote miraba hacia el Oeste para adjurar al diablo, y hacia el Este cuando practicaba la inmersión; Cristo ascendió al cielo por el Este; y aparecerá en el Este el día del Juicio Final.
Ninguna de estas razones es anterior al periodo carolingio y no explican la abundancia de necrópolis orientadas hacia Oriente, anteriores a este momento. No se conocen directrices concretas por parte de la Iglesia anteriores al siglo X. Se han esgrimido otras razones como, el deseo de aprovechar ciertas características geológicas del terreno. Algunas sepulturas se colocan o vacían allí donde, entre otras tumbas, existe un espacio libre, aunque para ello la orientación no se adapte a la norma. Otra explicación alude a la posición del sol en el momento de su salida.
Las necrópolis se asentaban fuera de las urbes, por lo que pueden ser considerados yacimientos rurales y no es arriesgado pensar que pertenecieron a grupos itinerantes, dedicados primordialmente a la caza y a la ganadería. Ocupaciones desarrolladas por cualquier pueblo en época de beligerancias, como es la que nos ocupa. En las necrópolis en las que se han detectado restos óseos, la reutilización de enterramientos es constante.
Las tumbas se harían "ex profeso" para cada individuo, como hemos comprobado en el caso abulense de Martiherrero. La sepultura sería obra de familiares del difunto, aunque es posible que en los casos en que únicamente aparecen una, dos, o tres, puede que fuesen excavadas por los propios individuos que fueran a utilizarlas posteriormente. Bòlos y Pàges plantean la hipótesis de talleres itinerantes de operarios, quizás canteros, que realizasen estas sepulturas y con el tiempo se dedicasen a construir templos.
En general se pueden considerar como enterramientos de adultos los de longitud superior a 170 cms., de adolescentes los que superan los 140 cms., y de infantes los inferiores a 140 cms. Como estatura media se puede deducir, pues, 160 cms. en los varones y algo menor en las mujeres.
Eran personas con una clara deficiencia dentaria, producida por alimentos mal cocinados, como denuncia la sepsis oral, la abrasión dental y las caries. Otra patología digna de mención es la platicnemia tibial, muy marcada en una gran parte de los varones; muestra evidente del continuo ejercicio físico, de los accidentes geográficos, y de relieves abruptos y pronunciados. En este tipo de necrópolis se ha detectado un cráneo trepanado cuyo propietario no logró sobrevivir a la intervención quirúrgica.
El difunto sería enterrado con un sudario, de ahí que los ajuares no existan en los primeros momentos; con el tiempo se comenzaría a dejar, en el cuerpo del difunto, algunos aderezos ornamentales que utilizó en vida, anillos, pendientes, colgantes, pero lo habitual era que fuese depositado sin estos elementos decorativos.
EN LAS NAVAS DEL MARQUÉS
De las sepulturas excavadas en roca que podemos encontrar en el término municipal de Las Navas del Marqués, solo cabe hacer una somera descripción, obtenida de una exploración visual, al no existir trabajos arqueológicos, o de otro tipo, sobre ellas.
Las tumbas se agrupan en tres zonas (ver mapa anterior). En la primera, ubicada cerca de la carretera de Peguerinos, encontramos cuatro tumbas, tres juntas, en el mismo bloque de piedra, y otra separada de estas tres metros. Están orientadas hacia el Oeste, con ligera tendencia al Norte. En una de ellas se aprecia un inicio de antropomorfismo, es decir encontramos la cabeza cincelada y se aprecia uno de los hombros sobre una planta trapezoidal o asimétrica. Tipo de tumba que se desarrolló desde los s. IX al XI. Esta característica parece observarse en otra, pero no se puede asegurar, ya que se encuentra semienterrada la parte de la cabeza. Una tercera corresponde al tipo bañera con planta ovoide que sería el paso previo a las antropomorfas. En aquellas se empieza a insinuar la forma de una cabeza. Datan estas tumbas de los siglos IX y comienzo del X. La última está enterrada en una tercera parte de su longitud.
A un kilómetro de estas, siguiendo el curso del Arroyo Poveda, encontramos una serie de tumbas dispersas de forma diferentes. Cerca del arroyo, a unos veinte metros, una espectacular tumba rectangular antropomorfa, aislada, sin otras tumbas a su alrededor. Está orientada hacia el Oeste, manteniendo esa ligera tendencia hacia el Norte del conjunto anterior. A cuatrocientos metros aproximadamente de ella encontramos dos tumbas de tipo bañera, orientadas igual que la anterior, en un mismo bloque de piedra, una junto a la otra, lo que podría indicar una posible relación de sus ocupantes.
Aprovechando el título de esta revista, les invito a que caminen hacia estas sepulturas a fin de conocer el pasado, base del presente y pilar fundamental del futuro. A caminar por la Historia de Las Navas, a conocer, no solo las sepulturas de personas que vivieron aquí hace 1.200 - 1. 000 años, sino también las edificaciones históricas, tanto religiosas, Parroquia de San Juan Bautista (s. XIV y XV), Convento de Santo Domingo y San Pablo (s. XVI), Ermita del Santísimo Cristo de Gracia (s. XV y XVI); como civiles, Castillo - Palacio Magalia (s. XVI). Siempre desde un sentimiento de respeto y cuidado por lo antiguo, ya que es nuestro patrimonio y de las generaciones venideras, que tienen derecho a conocer y disfrutar su pasado.
BIBLIOGRAFÍA:
ANDRIO GONZÁLEZ, J. 1987. Formas de enterramiento medievales en los valles del Ebro y Duero. Actas del 2º Congreso de Arqueología Medieval Española. T. II pp 273. Madrid.
BOTET, J. y SISO. 1889. Estudio sobre la antigüedad de algunas sepulturas talladas en la roca. Revista de Gerona. XIII. pag. 236.
BOUARD, M. y RIU, M. 1977. Manual de arqueología medieval. De la prospección a la historia. Barcelona.
CASTILLO, A. 1968. La Arqueología Medieval en España. Apéndice.
FICHTER, G y VOLK, P. 1980. The eastern orientation of merovingian graves and the seasonal distribution of morbidity and mortality (using the Sasbach - Behans and Bischoffingen - Bigarten cementeris as examples). Journal of Human Evolution, 9 pp 49 - 59.
ORLANDIS, J. 1973. La elección de sepulturas en la España Medieval. Madrid.
RAHTZ. PH. 1978. Grave Orientation. Archaeological Journal, 135. pp 1 - 14. Londres.
RIU, M. 1980. Apuntes comentados de un viaje arqueológico por tierras de la Castilla Medieval. España Medieval, estudios dedicados al profesor Julio González González. Madrid.
PADILLA, J. I. 1987. Sepulturas y ritos funerarios cristianos en época medieval. Ponencia leída y no publicada en el II Congreso de Arqueología Medieval Española. Madrid.
KLIEMANN, K. 1987. Orientación de las necrópolis medievales. Actas II Congreso de Arqueología Medieval Española, tomo III.
FONTANA SONORA (CAMINAR CONOCIENDO) PÁGINAS I, II, III, IV, V
ANDRIO GONZÁLEZ, J. 1987. Formas de enterramiento medievales en los valles del Ebro y Duero. Actas del 2º Congreso de Arqueología Medieval Española. T. II pp 273. Madrid.
BOTET, J. y SISO. 1889. Estudio sobre la antigüedad de algunas sepulturas talladas en la roca. Revista de Gerona. XIII. pag. 236.
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ORLANDIS, J. 1973. La elección de sepulturas en la España Medieval. Madrid.
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PADILLA, J. I. 1987. Sepulturas y ritos funerarios cristianos en época medieval. Ponencia leída y no publicada en el II Congreso de Arqueología Medieval Española. Madrid.
KLIEMANN, K. 1987. Orientación de las necrópolis medievales. Actas II Congreso de Arqueología Medieval Española, tomo III.
FONTANA SONORA (CAMINAR CONOCIENDO) PÁGINAS I, II, III, IV, V
1 comentario:
Hola.
Estoy muy interesado en visitar estos restos medievales.
¿Podrían facilitarme información sobre cómo localizarlos para poderlos visitar? He leído algo sobre un mapa, pero en el Blog no lo veo.
Les agradecería cuanta información pudieran darme.
Gracias!
jesus.pintos@gmail.com
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