miércoles, 19 de diciembre de 2007

Lamín Diajate: Primordiales de la sexta jornada

Vidas surgirán en nuestras huellas
nuestra voluntad de ser eternos
y los hombres
hablaraán de la gran antinomia:

Libertad - Acción

Haremos correr por sus rostros
la leche de la esperanza
le presentaremos la libertad sin límites
el amor sin artificio
le alargaremos el sueño a todos los pueblos
abrumados bajo las masas de hormigón
e iniciaremos a los hombres en un lenguaje sin ecuación
ahuyentaremos las volutas de sus oblicuos labios
y haremos que se comprendan con la mirada.

...

Destacamos:

"Haremos correr por sus rostros la leche de la esperanza"

(del libro "DIWAN AFRICANO 'Poetas de expresión francesa' ". Selección, traducción, prólogo y notas de Rogelio Martínez Furé. Editorial 'Arte y Literatura', Palacio del Segundo Cabo O'Reilly Nº 4, Habana Vieja, Ciudad de la Habana, Cuba)

martes, 11 de diciembre de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Urbano Blanco Cea y el fuego del hogar

León Felipe, Machado (Don Antonio) poetas del camino, poetas andariegos, romeros, ven al mundo con la mirada de alguien que quiere echar alguna vez el ancla. Tener un hogar confortable y sentarse junto al fuego del hogar, al abrigo del frío, con rechizos de leña encendidos, al tiempo que acarician a sus lebreles de caza que dormitan acunados por el fuego, por esa lumbre que chisporrotea, ahí cerca. Solo el espíritu inquieto le hace levantarse y proseguir su andadura. Es un mundo visto desde fuera al que las gentes invitan, en un rasgo de hospitalidad, a entrar en la casa.

Allí contemplan el dolor de los hijos por la muerte de sus progenitores. Ven sus arrugadas frentes oscurecidas por la tristeza del ser amado que se ha ido para no volver jamás. El llanto corre de estancia en estancia. Se fue "la fortaleza de la madre" y "la mansedumbre del padre". El fuego también es testigo del dolor. Y testigo de las condolencias de los amigos y vecinos que, a ambos lados del pasillo, se alinean apoyadas las espaldas contra la pared.

En su poemarío 'El Alijar jara en flor', libro de poemas de Urbano Blanco Cea, que ya hemos comentado en otras ocasiones, hay una parte que rotula con el título 'Reunidos junto al fuego (del album familiar)' comienza narrando su dolor en el poema 'Padre contrito' en el que dice: "Miera de hiel incandescente/se desliza corrosiva por mis venas".

Como los poetas romeros (no de romerías) Urbano Blanco Cea regresa de cuando en cuando a la vieja heredad, recuerda el fuego que concita y reúne a las familias en momentos trascendentes, y la muerte es uno de ellos; más el fuego es más multilateral, siendo, por ejemplo, testigo de la llegada del abuelo, de la madre, del hermano, del hijo: "Has llegado y parece que se han abierto los postigos" a la alegría, a la risa...

Es lo que él llama "un hogar tranquilo, una casa sencilla"; todo ello recuerdo de los familiares como un bálsamo: "El amor que sabe a luz". Y ante eso el fuego estalla en risas, avivándose y chisporroteando. Podemos decir, como Urbano: "Yo sé bien que tu vida es poesía. Un poema logrado verso a beso". "Tu tienes el poder de abrir el aire". Tanto que hasta sabe que "los mayores solo quieren/que alguien les escuche". Y, escuchando, aprender que la vida es lucha.

Los sentimientos se expresan con más claridad en esa intimidad que proporciona una reunión en torno al fuego del hogar. Y aquella mujer, anciana, al que todos escucharon, lo dijo también a la vera del fuego, con claridad meridiana, para que nadie crea que todo es de color de rosas: Mira mis manos, "son manos de bondad, pero por ellos (por mis hijos) dispuestas a luchar, no sé que harían". Y "llegaba el silencio". Los poetas del camino se levantan. Han visto y han oído. Saludan a Urbano Blanco Cea y prosiguen su camino. "Nihil novum sub sole".

José Mª Amigo Zamorano

martes, 6 de noviembre de 2007

Saint-John Perse: Anábasis I

Estableciéndome con honor sobre tres de las grandes estaciones, tengo buenos augurios para la tierra donde fundé mi ley.

Las armas por la mañana son hermosas, y el mar. La tierra sin almendras, entregada a nuestros caballos,

nos otorga este cielo incorruptible. Y no se nombra al sol, mas su poder se halla entre nosotros,
y el mar en la mañana como una presunción del espíritu.

(primera estrofa)

Saint-John Perse
(Traducción de Enrique Moreno Castillo)

miércoles, 17 de octubre de 2007

Juan de Encina: No te tardes

No te tardes, que me muero,
Carcelero
no te tardes, que me muero!
Apresura tu venida
porque no pierda la vida,
que la fe no está perdida

lunes, 20 de agosto de 2007

Thomás Rahandraha: El Bardo

El bardo



A tí, a quien los dioses escogieron
para que manen canciones nuestras fuentes
y tiemblen con gozo de savia nuestros bosques
a fin de que, yermas o frondosas,
nuestras montañas sigan siendo montañas
entusiasmo nuestros alientos
fidelidad nuestros corazones
y hombres nuestros hombres


de lo más profundo de tu espíritu
de lo más tumultuoso de tu sangre
de los más diáfano de tus sueños
de lo más agreste de tus deseos
de lo más intenso de tus hechizos
ah que brote la potencia de tu fe
y el alarido de su liberación


tu hablarás

hablarás con la lengua de tu pureza
por esos cuya voz está siendo sepultada
y su vida, su existencia, suspendida
hablarás el lenguaje de tu inocencia
por esos a quienes aplastan con calumnias
hasta que sus pieles sudando las expelen
hablarás con la palabra de tu justicia
por esos a quienes ciegan la vista
con el gélido hierro de los barrotes
hablarás de tus quereres
por esos a quienes golpean
por esos a quienes sofocan
por esos a quienes torturan

por los apaleado
shablarás

por los condenados
hablarás

por los deportados
hablarás

por los juzgados
hablarás

por los detenidos
hablarás

por los prohibidos
hablarás

por los indefensos
hablarás

Por los miles y miles de seres muertos entre los muertos
por esos que designan al resentimiento y al odio
en la tenebrosa oscuridad de las prisiones
hablarás
porque odias la violencia
la calumnia
la mentira
y el odio
hablarás
a ellos también,hablarás


hablarás hasta el confín de los océanos y las tinieblas
para que retorne el alba
y que de nuevo para ellos
manen canciones las fuentes
y tiemblen de savia nuestros bosques
a fin de que, yermas o frondosas,
nuestras montañas sigan siendo montañas
para que la tierra siga siendo tierra
entusiasmo nuestros alientos
fidelidad nuestros corazones
y hombría nuestros hombres

tu ser es palabra que reconcilia con la vida
habla...


Thomas Rahandraha
(versión libre del poema 'El bardo')

martes, 7 de agosto de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Concha Barbero de Dompablo, camino armónico


Acaso lo que mejor defina el libro que vamos a comentar es que los cambios cuantitativos conducen a transformaciones cualitativas. Al fin y al cabo es lo que nos viene a contar Concha Barbero de Dompablo. La cual, en su libro, Palabras para el Bienestar (Un camino hacia la armonía y la plenitud vital), que así se rotula el viaje emprendido, hacia ese estado de felicidad, por la autora. Lo inicia con la pregunta "¿Eres feliz?". Una interrogación necesaria que indica de manera transparente, sin engaños, sin subterfugios, que si la respuesta es afirmativa no es necesario adentrarse en las procelosas aguas de su trayectoria. En cambio, si la respuesta que se da es negativa, adquieren relevancia las Palabras para el Bienestar que han de conducir, irremediablemente, al capítulo último: "Vives el ahora. Te encuentras con tu ser".


Pero, que nadie se llame a engaño con eso de utilizar el vocablo 'Palabra', pues no se trata de un hablar por hablar, pura palabrería, no; es, en realidad, la experiencia de la autora con el fin de llenar de contenido su vacío... aunque 'vacío', para ser exactos, no es la palabra adecuada... mas bien de llenarse de otra manera, porque, en puridad, nadie está vacío absolutamente; nadie, nunca, está en pura cáscara...

En fin, lo que la autora necesita es un cambio, un cambio de personalidad, para una transformación, si cabe, del mundo: un mundo que no le gusta y nos lo repite varias veces. Empero que algun@s no se pongan en guardia, a la defensiva, su experiencia vital no va en la dirección de poner patas arriba la estructura y superestructura de la sociedad en la que viven... tan a gustito, no: en absoluto; aunque, bien mirado, si se consigue acceder a ese estadio, el mundo marcharía mucho mejor.

Para esa transformación de ella, de Concha Barbero, es imprescindible arribar a un conocimiento cabal de ella misma, como recomendaba Sócrates con su imperiosa exclamación "¡Conócete a ti mismo!".

Y es aquí donde comienza su viaje, no exento de dificultades, de trampas, de vericuetos que tiene nuestro ser, labrado a lo largo de muchos años, y semejantes, a veces, de callejones sin salida que, solo, la voluntad de la autora consigue traspasar.

Poco a poco va consiguiendo salvar vaches sin cuento, aunque, hay que decirlo todo, no es, en modo alguno, un camino erizado de espinas, ascético, se recomienda no tomárselo a la tremenda; es decir: sin traumas, sin estridencias, sin alaridos... un periplo en derredor de ella misma: limpiando impurezas, arrancando rebabas, desechando vanalidades, apartando lugares comunes, arrinconando contradicciones muy arraigadas en el común de las gentes... Un día, de repente, se notará otra, siendo ella misma. Un paso más allá y las pequeñas estupideces desaparecen, la insustancialidad se volatiliza, la ironía nace, el buen humor se impone. Ella ha cambiado y con ella el entorno, que la envuelve, la arropa, la cubre, la encastilla. Por eso decíamos al principio que la cantidad deviene en cualidad.

Ya ha llegado al 'Vivir el ahora. Se encuentra con su ser'. Entonces grita, grita de alegría, se emociona, salta, ríe y, sin importarle el qué diran, se pone a bailar sin ton ni son, porque le apetece... Ella es feliz. El mundo es feliz: ha llegado a la Armonía y a la Plenitud Vital y colorín colorado...

Pero no, no es un cuento, es camino para librarnos de contradicciones que se nos adhieren pegajosamente al ser como una lapa; camino para adquirir la coherencia precisa para andar por el mundo con dignidad. Tal vez no nos convenza este modo de ver la realidad, pero es indudable que para ser felices, primero y principalmente, hay conocerse a uno mismo. Este libro nos coloca en el buen sendero. Lean, leanlo, el libro de Concha Barbero. Además está muy bien escrito. Con palabras llanas. "Llaneza muchacho que toda afectación es mala", nos aconsejaba Cervantes. Pues eso, libro llano. Rara avis en uno primerizo como este de Concha Barbero de Dompablo.


viernes, 27 de julio de 2007

Francisco Trillo: ¡Válgame Dios!

¡Válgame Dios, que los ansares vuelan!
¡Válgame Dios, que saben volar!

¡Ay, Amor cruel,
cuando quieres paces,
qué de halagos haces:
cuando no, qué infiel!

¿Dónde iré tras él,
que no sé volar?

¡Válgame Dios, que los ansares vuelan!
¡Válgame Dios, que saben volar!

Francisco Trillo
¿1620?/1680

martes, 24 de julio de 2007

Contradicciones ideológicas al lavar un plato

... El rito ancestral del payaso:
mejillas rojas y boca de color.

...
Que el lavar un plato
significa a veces afirmar
las contradicciones de clase
entre el hombre y la mujer.

...
Me pinto el ojo
no por automatismo imbécil
sino porque es el único instante en el día
en que regreso a los tiempos ajenos
y mi mano se vuelve ejipcia.


Kira Galván
Poesía libre, número 11 (Nicaragua)

viernes, 6 de julio de 2007

Txabi Etxebarrieta: Era hora (*)


Era la hora

de los grises posados y el ascenso turbio del humo

-cuando la tristeza sacudía su infinita espalda

en el atardecer-

Cuando todo se va callando

como la luz que transcurre por las manos.


"Los dioses que habitan el paísde la esperanza"

B. O.

Con el fastuoso cincel del hierro gris

que golpea costas, acantilados y atalayas

con la tristeza central de la distancia...

Con el frío profundo de los túneles férreos...

¿Por qué? o ¿A dónde?

Estamos al final de un milenio,

como al principio,

poblando el país de la esperanza.


A P.N.

Eran días de inmensos naufragios:

de soledad en la espalda

como la mirada de los animales

que no pueden soñar con el mar,

El mar

se magnánimo candado gris

que anuda la tristeza y la esperanza.


Txabi Etxebarrieta

(Las turbias potestades)

__________
(*) Título nuestro

miércoles, 27 de junio de 2007

Al-Hamadani: Dos versos (*)


En cuanto al verso que de primeras es indecoroso, mas bello al cortarlo:


'Pasamos la noche mirándonos Dios como el más vil grupo


arrastrando las sayas del vicio sin ninguna jactancia'


Al-Hamadani


El verso cuyas lágrimas no cesan de correr:


'¿Qué afecta a tus ojos que de ellos corre el agua


como si se ahorrase de unos riñones cortados'.


Al-Hamadani

_______
(*) Título añadido

viernes, 22 de junio de 2007

Iswe Letu: Parecido, sin serlo, al haiku

A la sombra de las conveniencias
regresó a su morada sin tropiezos.
La valentía puede con todo.

martes, 12 de junio de 2007

Octavio Robleto: La Frontera (*)

'La Frontera'
"Aquí está la línea divisoria,
allá está Honduras"

-"¡Gracias a Dios que salimos de estas honduras!",
exclamó Cristobal Colón...

Octavio Robleto

(Nicaragua)

__________
(*) Título añadido

jueves, 24 de mayo de 2007

Iswe Letu: Viento Agreste de los Filibusteros


Montada en una mimbre, alazana sobre todo, la Serenidad se ve a ella misma mirando en derredor, en la llanura del destierro.


En un bosque, de tiesos e indiferentes cactus, recoge una cosecha de orgullo, donde, junto a la Espera, se recorta como uno mas de ellos.


Y, sin lugar a dudas -se le nota enseguida por la soberbia- no quiere que sea precisamente el bosque lo que aquí se destaque


El ensueño rebelde, encabritado en las lágrimas de su pensamiento iracundo, escora hacia el viento agreste de los filibusteros.


Y ya se adivina, por el lugar inhóspito en el que vive, que son las milicias unidas del exilio su visión.


Y es el latido mas señalado y mas profundo y mas indivisible de su singularidad la trágica división que lo desgarra:


La del pensamiento virtual y con mayúscula: de certero y muy seguro porvenir (la tumba): libre de rebabas: puro.


La creencia firme, de su sueño rebelde, inclinándose a pensar que, la Espera y la Serenidad, han encubierto al Deshonor.


Y... ¿para qué decir nada del mañana?... No vale la pena al quedar aherrojada en sus instantes.


De momento para siempre.

viernes, 18 de mayo de 2007

Tchicaya U'Tamsi: Un día habrá que ponerse



un día habrá que ponerse

a escalar los vientos

como las hojas de los árboles

para abono para fuego


Gérard Félix Tchicaya U'Tamsi


VERSOS PARA COMBATIR EL RACISMO

domingo, 13 de mayo de 2007

Chicaya, Chicaya: Poema africano

Mujer llorando de Botero
Chinama, Chinama,
la hermosa flor
hija de Kabugo, el famoso cazador,
fue con un corazón enamorado
al palacio del poderoso rey.


Por el camino les contaba
a sus modestas doncellas:

-Caminen lentamente, lentamente
para estar seguras
de que el rey esté en su palacio
cuando lleguemos.

Cuando le anunciaron que el rey estaba
en su pabellón de paja tejida,
ella le envió sus doncellas
con presentes y dulces saludos.

Pero el rey le devolvió
una piel en vez de carne:
¡no la quería!

Lentamente, lentamente
regresó a su aldea,

llorando.

+

(poesía anónima africana)

viernes, 11 de mayo de 2007

José Bergamín: Memoria es alma en historia



Memoria es alma en historia.

Canjilón a canjilón

sacar agua de la noria

del pozo de la ilusión.



Historia

es hacer memoria.


(Oroitzapena da historiaren muina

Aspilik aspil

ateratzea gaioz ura

liluren putzutik.



Beti gomutaran aritzea

da historia.)


José Bergamín

(traduce Jon Arzallus Eguiguren)

lunes, 7 de mayo de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Arranca la raíz de su deseo



Golpean mis labios las palabras

Todas las palabras, dentro de mi, golpean mis labios: dije que hallé un antílope, pero... ¡que va!... lo que encontré fue un hormiguero...; aseguré que más valía morir que vivir en deshonor... luego, cuando tuve hambre -a pesar de dios, que prohíbe comer mono- me zampé hasta un mandril.

También dije, que velé por dios; y me preguntaron: "¿Crees, acaso, que está muerto, como el mandril que te zampaste?"

Dije, manifesté, declaré... Y todas las palabras golpearon mis labios. Sin embargo, ¡qué vergüenza!, el poderoso cocodrilo no se atreve a medirse en la sabana con el búfalo... Y no obstante se queda tranquilo y silencioso a la orilla del río...

Y... ¿qué decir de ese mismo río?... Se va, y corre, y llega, y sin decir palabra, pone su cuello bajo la raíz que impide el libre discurrir de sus aguas y la arranca de cuajo...

Y de ella... ¿qué decir de ella?... Se dispone a satisfacer su más íntimo deseo femenino: embellece con antimonio los párpados; se coloca un ceñidor de amuletos a la cintura... Y, saliendo al campo, con el pecho al descubierto, sin abrir la boca, casi como el río, se va, y corre, y llega, y arranca de cuajo la raíz de su deseo...

Pero a mi..., ¡qué vergüenza!... las palabras, me golpean los labios.

domingo, 6 de mayo de 2007

Iswe Letu: Vámonos al vado

Vámonos al vado --"Amado, Amado, Amado!: tómame entre tus brazos y vayamos presto, sin perder más tiempo, al vado de Agbañiam." -decía anhelante.
--Tómame y vayamos al vado de Agbañiam: allí, estoy segura, serás un buen amante durante la noche; pero que muy bueno durante la noche -añadió medio exigente y zalamera.

--¡Ay, vado de Agbañiam!: mi inconstante corazón tiene las Alas del Amor que, a veces, muchas veces, se quiebran como una tierna calabaza -advierte disculpándose.

--¡Oh, mi vado de Agbañiam!: mi amante... ¡Qué bueno durante la noche!, ¡muy, muy bueno durante la noche!...

--Pero, ¡ay!, ya llega el alba, ya apunta el día; y mi inconstante corazón, rotas las Alas del Amor, como una débil calabaza, corre, con su fuego abrasador, hacia el Señor de la Sabana, diciéndole:

--"¡Amado, Amado, Amado!: tómame entre tus brazos y vayámonos rápidamente, sin perder un minuto, al vado de Agbañiam." -decía, deseosa, entre inflexible y suplicante.

Algunos de sus amantes lloran y otros, aun con lágrimas en los ojos, se ponen en camino armados de cuchillos hacia el Vado de Agbañiam...

miércoles, 25 de abril de 2007

Iswe Letu: Siempre los muros

Siempre
los muros,
las paredes
torvas,
de mirada inhóspita
que nos cierran el paso.
Caminamos
con paso inseguro
por la arena del desierto;
enrojecidos
los ojos
por el llanto
y rota
la garganta
por el grito
de protesta;
sin tiempo
para jugar con los objetos
que a otros adornan
o atiborran
su vida
reflejándose
en sus versos
profundamente
satisfechos.

lunes, 23 de abril de 2007

Iswe Letu: Hospitalidad

"tu flauta es como una caña
que se dobla
bajo el peso de un ave de paso"


Rabearivelo

Quisiera que, esa frágil ternura, fugaz como el tiempo de un batir de párpado, quedara alojada en la retina; ya que, son pocos, muy pocos, los que se inclinan ante la mirada, sorprendida e indefensa, de los Hijos de los Hombres:



En su obligado peregrinaje, encuentran una parte de la tierra, y, aun amándola, les es extraña y hasta hostil como hiena acorralada...



Ese gesto de humilde hospitalidad, que no es adulación hipócrita, deja perplejos a todos los presentes y restablece el origen esencial de las moradas, edificadas, no con ánimo agrio de disputa, sino con la firme convicción de albergar al cansado caminante.


viernes, 20 de abril de 2007

Agustín García Calvo: Está todo el campo ahogado


¡Si está todo el campo ahogado
de abrojos y de cardos!
¡Si no hay arado que cierna
la primavera!

Y estaba la tierra hermosa
de yerba loca:
los surcos y los terrones
plagados de flores.

Y era bandera la roja
de las amapolas;
y bandera la amarilla
de las clavellinas.

Guiaba de monte en monte
su tropa de flores
el rey de Abril: su enseña
por al tierra buena.

Y bandera la morada
y de cardos y malvas:
¡del descuido de las almas
florecida España!

Del campo de nadie vengo,
del campo nuestro:
del campo de España, amigos,
del campo perdido.

Agustín García Calvo

miércoles, 18 de abril de 2007

Ahmadou Kourouma: 'Los Soles de las Inpendencias'

Frase para una antología en contra del racismo:


"Las palabras... no fueron escuchadas porque rebotaban en el fondo de los oídos de un hombre solicitado por su destino."

Ahmadou Kourouma
(Los Soles de las Independencias)

martes, 17 de abril de 2007

ELENA SORIANO: El viejo pipero



El viejo pipero

por Elena Soriano

Todos los días, desde el primero de curso, estaba allí.

Llegaba al colegio casi a la vez que las mamás y las criadas, unos minutos antes de la salida de los niños, se abría paso a través de la gente aglomerada, con humildad y tesón, pidiendo mil perdones, hasta situarse en primer término, al pie mismo de la puerta de salida. Allí plantaba su bastidor plegable como si plantase su banderín de posesión en la tierra descubierta por él solo, y nos obligaba a abrirle semicírculo amplio, sin estorbarle la perspectiva.

Sobre la bandeja de mimbre, la parva y humilde mercancía, distribuida con cierto artificio llamativo, en pequeños montoncitos, separados por tabiquitos de cartón: caramelos, chufas, chicle, pipas de girasol y pelotas de papel colorinescas, con su hilo de goma para hacerlas danzar alegremente en el aire y rebotar, silentes en la palma de la mano...

Él, enjuto, pelicano, el cuerpo achaparrado, el rostro curtido, como si retuviera el asoleo de un prolongado vivir campesino. Y eso parecía en su atuendo, en sus decires, en todos sus modales; un campesino, o más exactamente, un pastor, entre socarrón e infeliz, vestido de pana parda y con la pelambre rapada sobre una frente estrecha. Trascendía a pueblo y a rebaño. Incongruente, todo él, con el ambiente ciudadano y con su mismo oficio, pueril y callejero.

Cuando los niños salían, todos, sin excepción, le veían a él antes que a las solícitas chachas y mamás. Era ineludible hacerle gasto de alguna chuchería. Él las despachaba con una rapidez y una ubicuidad para las múltiples demandas, realmente asombrosas:

-- Diez de pipas, un regaliz, uno de menta, un puro de anís ... Oye, tú: ¿no tienes otra perra? Esta no me gusta...

Miraba y remiraba por ambos lados cada moneda, con recelo y avaricia. ¡"Santa simplicidad"! En estos tiempos, considerar diez céntimos como si fuera una onza de oro... Pero es que, realmente, todo su negocio era así: ruincillo, ínfimo, de tres al cuarto. ¿Cuánto valdrían sus existencias, con "local" y todo? ¿Veinte duros? ¿Acaso cincuenta? ¿Y cuál podría ser su beneficio diario? ¿Cien pesetas? ¿Acaso doble, quizá?...

Era modoso y bonachón, paciente con las impertinencias infantiles; y nunca lenguaraz, aunque, de vez en cuando, le hacían barrabasadas. Conocía a muchos niños por sus nombre, le gastaba bromas, se interesaba por las notas escolares y por los partidos de fútbol. Sabía hacerse querer, con la simpatía de un rey mago pobre...

A vuelta de esperas compartidas, llegamos a entablar conversación. Y así supe que mis conjeturas eran acertadas: sí, efectivamente, toda su vida, hasta que vino la guerra, había sido pastor. Era de la provincia de Guadalajara:

-- De un terreno muy pobre, señorita... Allí no hay más que esparto y tomillos. Pero, con todo ¡aquello era lo mío! ¡Desde que lo dejé, no soy ni sombra! Hace diez años, yo "saltaba aún las cabrillas". Pero esto no me va: me ahoga la capital...

No pude averiguar por qué permanecía en ella.

-- Desde la guerra... ¡Cosas de la vida, señorita!

Conmovedores sus apagados ojos candorosos y su aire de palurdo extraviado que reniega de su aventura en la ciudad.

En lo álgido del invierno, cayó la nevada de rigor, copiosísima. Nadie se extrañó de que el viejecito faltase a la cita con su clientela durante varios días. Pero el primero en que lució el sol, cuando sobre el bordillo de la acera solo quedaban sorbetes sucios, con mondas de plátano y naranja, tampoco apareció. Y entonces, sí hubo comentarios y conjeturas compasivas: ¿estaría enfermo el buen hombre?

De pronto, en el exacto lugar que solía ocupar la cesta de las pamplinas, vimos aparecer un arrapiezo que en el acto llamó nuestra atención: intuimos que su presencia tiene alguna relación con la ausencia lamentada. Y, en efecto, a la primera oleada escolar, el chico opuso un grito sollozante, oportunísimo:

-- ¡Mi abuelo, niños, mi pobrecito abuelo!

Alto en la bullanga y un movimiento general de atención. Alguien pregunta:

-- ¿Es tu abuelo el pipero? ¿Qué le pasa?

Pero casi todos habíamos adivinado ya lo peor: ha muerto. El chiquillo, entre zopillos, suministra pasto de pormenores a nuestra voracidad sentimental: él era su única familia; vecinas de corredor, buenos corazones, están organizando el entierro, para impedir la entrega del pobre cuerpo a la fría caridad municipal; ellas mismas han aconsejado al nietecillo que postule en este colegio, "él decía siempre que todos eran tan buenos para él"...

Gran revuelo de simpatía y enternecimiento, y su inmediata consecuencia ejemplar: niños, mamás, muchachas, hasta los maestros que salen, se apresuran a ofrecer su óbolo, no sólo para el entierro del popular "abuelo", sino:

--¡Y para flores también! -exclama una señora, abrigada con astrakán autentico y que huele a "Diamant Noir", donando un billete de veinte duros al infeliz rapaz.

Menegildas de veinte años límpianse los lindos ojos con la punta de su delantal. Un trasunto del "Corazón" de Amicis...

Hoy he tenido ocasión de pasar por cierta calle de un barrio apartado, al otro extremo de la ciudad.Era hacia mediodía. Caminaba ensimismada, mirando al suelo y regostándome en la primicia agridulce de la primavera, a lo largo del muro gris y soleado de un grupo escolar. Por los anchos ventanales abiertos salía el rumor, dulzón y arrullante de una recitación. Antes de llegar a la gran puerta principal, no sé qué reminiscencia o qué intuición me ha hecho levantar los ojos y mirar al grupo de personas a la espera ... ¡Dios mío! ¿Qué era esto? ¿Me ofuscaba la vista la renovada sangre, caldeada por el sol de abril? ¿Era de veras el viejecito de las pipas o su imagen, metafísica, ante mi? Me he precipitado hacia él, con una mezcla de alegría y de indignación:

-- ¡Pero, oiga! ¿No se había usted muerto?

Me ha mirado de soslayo, encogiendo los hombros, achicándose, en un tardío impulso de escurrirse y desaparecer:

-- ¿De qué colegio es usted, señorita?

Acento reposado, suave, hasta cariñoso. Como encantado, en cierto modo, de topar con una persona conocida. Ante mi gesto duro, incomprensivo, ha cogido su cesta con premura y me ha requerido, a cierta distancia, aparte de la gente. Y ha dicho así:

-- Mire, señorita: ¡hay que hacerse cargo! Este negocio no da para vivir: ¡pipas, en estos tiempos! ... ¡pero no piense mal! Desde luego, sólo lo hago en los grandes apuros, en una extrema necesidad, ¿sabe?... De vez en cuando me muero, recibo el homenaje de mi clientela y traslado el establecimiento a otra barriada. ¡Hay tantas escuelas en la ciudad!...

(ELENA SORIANO. "Solidaridad Nacional". Barcelona, 29 de mayo de 1949)
_______
Sumarios:

"Conocía a muchos niñospor sus nombre, le gastaba bromas, se interesaba por sus notas y por los partidos de fútbol.

Sabía hacerse querer, con la simpatía de un rey mago pobre...
///
"RELATO DE ELENA SORIANO DE LAS PÁGINAS 6 y 7
DE 'CAMINAR CONOCIENDO', Nº 6

domingo, 25 de marzo de 2007

Antonio Machado: 'Yo voy soñando caminos'





Yo voy soñando caminos

de la tarde. ¡Las colinas

doradas, los verdes pinos,

las polvorientas encinas!...

¿Adónde el camino irá?

Yo voy cantando, viajero

a lo largo del sendero...


-La tarde cayendo está-.

"En el corazón tenía

la espina de una pasión;

logré arrancármela un día;

ya no siento el corazón."

Y todo el campo un momento

se queda, mudo y sombrío,

meditando. Suena el viento

en los álamos del río.

La tarde más se oscurece;

y el camino que serpea

y débilmente blanquea,

se enturbia y desaparece.

Mi cantar vuelve a plañir;

"Aguda espina dorada,

quién te pudiera sentir

en el corazón clavada."


lunes, 12 de marzo de 2007

RIMA LVI - BECQUER


Hoy como ayer, mañana como hoy,

y, ¡siempre igual!

Un cielo gris, un horizonte eterno,

y, ¡andar... andar!


Becquer

lunes, 8 de enero de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Caminar Recordando


por José María Amigo Zamorano (*)

Al saber la triste noticia de la muerte de Elena Soriano me propuse rendir homenaje postrero, en "Caminar conociendo", a quien había sido una magnífica escritora y una animadora cultural de primer orden con la revista "El Urogallo"; ofrenda, además, para quien había tenido elogios hacia nuestra revista.La escritora, -"suegra del Boyer", que recordó el Umbral, como en realidad lo fue-, murió en diciembre pasado. Dos años antes me escribió una carta breve en la que decía entre otras cosas: "los 'viejos' nos vamos muriendo con el siglo XX"; no sabía -no podía saberlo- que su muerte estaba tan cercana, pero contaba, quizás, la desaparición de sus numerosos amigos y conocidos: María Alfaro, Juan Fernandez Figueroa ...

El azar me proporcionó materia para completar el número: el diario YA, en artículo de opinión de Medardo Fraile, recogía la noticia de la muerte del hispanista inglés Charles David Ley.

Sabía yo de este hispanista por mis conversaciones veraniegas con el viejo escritor y amigo García Luengo que lo había mentado varias veces como autor de un memorial en el que recogía, entre otras cosas, sus excursiones a Las Navas del Marqués con Cela, García Nieto y otros de la llamada Juventud Creadora. De manera que quedó hilvanado el número en torno a Elena Soriano, Charles David Ley y José García Nieto.Me puse en contacto con escritores aconsejado por Eusebio y por Juan José Arnedo, marido de Elena, quien, a pesar del dolor por la muerte de su esposa, me facilitó direcciones e incluso donó la obra a la Biblioteca Pública de Las Navas.Lo mismo hice con José García Nieto.

Unos enviaron colaboraciones -agradezco el obituario de El Mundo enviado Santos Sanz Villanueva y que, lamentablemente, no he podido reproducir entero por falta de espacio-, otros disculparon su negativa y, algunos, para que todo fuera real como la vida misma, a pesar de la confianza que pusieron sus más íntimos, ni contestaron.Sobre el hispanista inglés, me dirigí a José Esteban, editor de sus memorias, "La costanilla de los diablos", para que me autorizara a publicar el capítulo VI y, de paso, si quería, presentara a su autor. Aceptó encantado lo que le agradecí.

Luego murió Carlos Gurméndez, insigne escritor, eminente filósofo de las pasiones, amigo de la escritora y conocido mío; cito esto porque me había contestado a finales de diciembre, recién venido de Galicia, prometiéndome que, en pasando las fiestas navideñas, me escribiría "un largo artículo sobre Elena Soriano": su muerte me impresionó y vime obligado a variar un poco la forma a fin de que Elena y Carlos hicieran el último "camino" juntos: amigos en vida, juntos en la muerte.

Tengo que decir que, contemplado ahora el número, me parece estar viendo un fresco de la Historia de la Literatura Española de los años 50 y 60, con sus luces y sombras. Años en los que cada uno logró sobrevivir como pudo, combatiendo el hambre y el odio cainita que trajo la guerra; e intentando abrir una pequeña rendija en el negro muro, a costa, muchas veces, de prohibiciones y exilios; verbigracia: Elena Soriano y Carlos Gurméndez entre los vencidos; también en la parte vencedora había, al parecer, personalidades que desafiaban la prepotencia de los mandos triunfadores escribiendo, por ejemplo, poemas de amor, cuando no se llevaba, y ejerciendo la tolerancia, como José García Nieto, según el catedrático y poeta Joaquín Benito de Lucas, máximo conocedor de su obra, quien no duda en calificar al Premio Cervantes de poeta "de la reconciliación nacional" en las páginas de "Caminar conociendo". Un pequeño fresco de un tiempo no tan negro (en literatura) como nos lo han pintado -por obra y gracia de gentes a las que me he referido- pero sin ese color rosado con que algunos hagiógrafos quieren disfrazarlo: dictadura y censura, haberla, la hubo: unos la vivieron y otros la estudian en los manuales de Historia.

(*) José Mª Amigo Zamorano es director de la revista 'Caminar conociendo'

EDITORIAL DEL NÚMERO 6 DE LA REVISTA EN LA PÁGINA 3

LUIS ALBERTO DE CUENCA: 2 POEMAS

Desde la Biblioteca Nacional
Luis Alberto de Cuenca*

El bosque

El bosque me contó la vieja historia.
Dijo que hubo otro tiempo en que los hombres
se aventuraban entre su espesura
en busca del oráculo divino.
Pero nadie llegaba a ver el centro
de la selva, donde la pitonisa
resolvía las dudas de los fieles.
Porque no había centro, porque el bosque
era y es un inmenso laberinto
sin principio ni fin, y porque el orden
de las cosas excluye las respuestas.
Y es así como, ciegos e ignorantes,
nos dirigimos hacia el precipicio
de la nada, perdidos en el bosque
de la traición, el odio y la mentira.
Eso me dijo el bosque en un susurro,
mientras yo iba camino de Damasco.
Irlanda

Por Edward, Lord Dunsany, que cantara
las gestas de un caballo de madera
en cuento muy bello; por el libro
de Kells, iluminado por los ángeles;
por nuestra fe católica, basada
en la benevolencia de María
y no en la crueldad del dios hebreo;
por San Patricio, que te dio las cruces
de piedra que jalonan tus caminos;
por el héroe Cuchulainn y por Molly
Bloom, que lo atrajo hacia sus senos
y le dijo que sí, que lo quería,
en la última frase del Ulysses
yo te saludo, Irlanda, esta mañana
de septiembre en que todo está borroso
menos la geografía de tu isla,
desde donde me envías a la cárcel
un mensaje cargado de futuro.
Lisboa, 26 de septiembre de 1996
Luis Alberto de Cuenca: poeta e investigador del CSIC;
Premio de la Crítica del 85
Ilustra: Úrsula Martín (La ilustración aquí no aparece)

EN LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO' Nº 6 (JULIO DE 1997) EN LA PÁGINA 5

viernes, 5 de enero de 2007

ELENA SORIANO: BIOBIBLIOGRAFÍA

ELENA SORIANO - biobibliografía

Nació en Fuentidueña de Tajo (Madrid). En 1950 publica su primera novela, Caza menor, donde aborda el cainismo de los españoles que nos llevó a la guerra del 36. En 1976 fue llevada a la televisión y proyectada en 20 episodios.

En 1955, escribe bajo el título "Mujer y Hombre" tres novelas, La playa de los locos, Espejismos y Medea 55, donde se tratan problemas como el tabú de la virginidad, el deterioro del amor conyugal y la venganza subliminal de la mujer moderna a la traición de su compañero rechazando la maternidad. La playa de los locos fue prohibida por la dictadura franquista, siendo editada 30 años después.

En 1969 funda la revista El Urogallo que editó (financiada por ella sin ayudas ni subvenciones) y dirigió personalmente. Dio a conocer durante seis años la mejor literatura de la época e hizo una insuperable labor por la cultura de la libertad.

En 1985, la Editorial Plaza Janés publicó Testimonio materno de gran impacto social con ocho ediciones agotadas. La misma editorial, en 1986, publicó en un sólo tomo la trilogía "Hombre y Mujer" y en 1990 el libro de relatos La vida pequeña.

A lo largo de 30 años Elena Soriano publicó artículos y ensayos en España y el extranjero: La emoción en el teatro de Sartre, La juventud como problema, La obra de Baroja durante la República etc ... Muchos de estos trabajos fueron publicados por la Editorial Anthropos con el título Literatura y vida en tres volúmenes entre los años 1992 y 1994.

El pasado año poco antes de morir la Editorial Huerga y Fierro le publicó una selección de relatos con el título Tres sueños y otros cuentos.

Trabajaba en el ensayo El donjuanismo femenino y proseguía su extenso ensayo, Defensa de la literatura. Apuntes para un ensayo interminable.

El periodista Esteban Hernández, estudioso de su obra, prepara un libro critico y biográfico, de próxima aparición.

Elena Soriano, que no se presentaba a concursos, fue jurado de muchos: los Pablo Iglesias, Plaza y Janés, Nacional de las Letras ...

Cedidos a la Cruz Roja Española los derechos en lengua castellana de su obra Testimonio materno, han dado lugar a la creación de la fundación CREFAT de la que Elena era Vicepresidente.

Fuentidueña de Tajo dio el nombre de Elena a su calle principal y Suances (Cantabria) erigió una gran estela de piedra frente al mar en recuerdo de la escritora ya que se inspiró en dicho lugar para escribir La playa de los locos.

En 1991 recibió el premio Rosa Manzano a su labor de escritora progresista y en el 93 la Medalla de Oro Individual de la Comunidad de Madrid por su obra literaria en defensa de la libertad de pensamiento y de los derechos humanos.


Tomado de la revista 'CAMINAR CONOCIENDO', Nº 6, PÁGINA 8

CARTA DE ELENA SORIANO A JOSÉ MARÍA AMIGO ZAMORANO

Elena Soriano - C/ Maestro Ripoll, 24

28. 006 Madrid- 24, enero de 1995

Estimado José María Amigo Zamorano:

Le ruego que disculpe mi tardanza en corresponder a su carta, sin fecha, por cierto, acompañada de los ejemplares de la revista "Caminar conociendo" que usted dirige; todo lo cual encuentro, al regresar ayer de una larga estancia en el campo del Ampurdam catalán. Le agradezco mucho el envío de dicha revista, tan vivaz, fresca y juvenil como ahora se ven pocas publicaciones culturales y le felicito por su labor en ella. También le manifiesto mi gratitud por su invitación a colaborar en sus páginas, que intentaré realizar pronto; y, sobre todo, sus referencias a mi antigua amistad con Eusebio García Luengo, que perdura invariable, a pesar de su actual retraimiento, que comprendo muy bien, pues también lo practico yo misma: los tiempos así lo imponen a los "viejos" que vamos muriendo con el siglo XX ...

Le reitero mi gratitud por sus muestras de aprecio que correspondo sinceramente, con muy sinceros deseos de éxito y cordiales saludos de su afma.

Elena Soriano

APARECECIDA LA CARTA EN 'CAMINAR CONOCIENDO', Nº 6

MUERE EN MADRID LA ESCRITORA ELENA SORIANO

Muere en Madrid la escritora Elena Soriano

Con estos titulares se hizo eco la prensa de su fallecimiento
La novelista calificó nuestra revista de "vivaz, fresca y juvenil"
(Reproducimos los dos primeros párrafos de los obituarios de El Mundo y ABC)

Exilada en su patria

La escritora Elena Soriano pertenece a la olvidada España del exilio interior. Fue persona de convicciones liberales y de simpatías socialistas y, aunque en precarias condiciones de falta de libertad íntima, publicó Caza menor en 1951, una novela psicológica un tanto tradicional, hosca y amarga. Por edad (nació en 1917), forma parte de la primera generación de postguerra, con la que se vincula por su inclinación al tremendismo y existencialismo propio de los años cuarenta, representado entonces por Cela y Delibes.

Ese exilio interior no hizo no hizo desfallecer a Elena Soriano, pero la censura le causó un daño irreparable al prohibir La playa de los locos (1955), inicio de la trilogía temática "Hombre y Mujer", que se completó con Espejismos y Medea. El ciclo de cuestiones entrelazadas que insinuaba o abordaba en ese tríptico novelesco se convirtió, pasado el tiempo, en el eje central de sus preocupaciones: el enfrentamiento entre el instinto y la razón, la huella del tiempo, el descubrimiento del sexo y el poder de la sensualidad, la guerra y sus estragos, los problemas de la educación, los anhelos insatisfechos e inalcanzables, el sentimiento y disfrute de la naturaleza ...

Santos Sanz Villanueva. El Mundo, 5 - XII - 1996

Las clases medias

"... Elena Soriano, la suegra de Boyer, fina escritora y ensayista de la que fui amigo toda la vida, que llevó con elegancia de dama middle-middle class la censura caudillista y acaba de morir en Madrid, a avanzada edad. Descanse en paz."

Francisco Umbral. El Mundo 6 - XII - 96

Muere en MADRID LA ESCRITORA ELENA SORIANO

Muere en Madrid la escritora Elena Soriano

Elena Soriano (Fuentidueña de Tajo 1917) ha desaparecido al pie del cañón pues su último libro, los excelentes relatos "Tres sueños y otros cuentos" apenas acaban de aparecer en librerías cuando llega la noticia de su muerte. Sus restos mortales fueron enterrados ayer en Madrid. En buena medida autodidacta, pese a sus estudios de magisterio y a su formación de lectora incesante, repleta de una extensa cultura literaria y filosófica - de la que dan buena muestra tres volúmenes de "Literatura y vida" (1992 - 1994) - no fue tan sólo una narradora personalísima sino también una animadora cultural de primera magnitud como demostró cuando fundó y dirigió "El Urogallo". También contribuiría años después a la resurrección de esa misma empresa junto al también desaparecido José Antonio Gabriel y Galán.

La existencia de Elena Soriano ha estado gobernada por una pasión central, la de la literatura, a la que se consagró desde muy joven, pues ya en 1952 publicaba una primera novela "Caza menor" que evidenciaba unas dotes expresivas poco comunes. Fue un producto insólito en la aplastada España de su tiempo, donde aquel drama rural y familiar de estirpe existencial desembocaba en el imposible final de una amenazadora guerra civil. En medio de las dificultades de la época Elena Soriano menudeó sus intervenciones en revistas y periódicos de dentro y fuera de España, destacando también como conferenciante y participante y congresos y coloquios, mostrando siempre en todo ello un espíritu democrático y progresista que no dejó de traerle bastantes problemas.

por Rafael Conte. ABC, 4 - XII - 1996

LEIDO EN CAMINAR CONOCIENDO, Nº 6

Celia Zaragoza: ELENA SORIANO: literatura y vida

Elena Soriano: literatura y vida

por Celia Zaragoza*. Madrid, 25 de abril de 1997

ELENA SORIANO se manifestaba orgullosa de su origen andaluz. Había nacido en Fuentidueña de Tajo (Madrid: 1917). Pero su sangre y su temperamento "eran de Córdoba, y su infancia, de varios cortijos de Andalucía", aseguraba.

Durante muchos años y hasta sus últimos días, vivió en la misma casa de aquella misma calle madrileña (Matías Montero, denominada luego Maestro Ripoll), de "aire quieto, residencial y tranquilo, entre los árboles y las plantas trepadoras del jardín, con aire cerrado y elegante en la que todo parecía igual", como con penetrante melancolía describió ANTONIO NUÑEZ.

En plena colonia El Viso, y a pocos pasos de allí, ELENA cruzaba los domingos hacia la inolvidable tertulia de su gran amiga MARÍA BAEZA (de cuyo fallecimiento se cumplen en estos día 16 años, 1888-1981, auténtica luz en su grupo familiar y en el ambiente cultural de la época).

Al regresar de Tambre, 24 (posteriormente, de Lázaro Galdeano, 2), un grupo de fieles amigos aguardaba a Elena desde los anaqueles de su biblioteca: BORGES, SÁBATO, CORTAZAR, RULFO, FUENTES, GARCÍA MÁRQUEZ. Alternaban con clásicos españoles y con las últimas novedades generacionales que, ininterrumpidamente, llegaban a su casa. Y también (pues era muy afecta a lo popular), con una completísima colección de tangos (que tan bien bailaba), donde lucían FRESEDO, PIAZZOLLA, DISCÉPOLO. O MARÍA ELENA WASLH.

Así, de su profundo conocimiento e interés por las literaturas hispanoamericanas e hispánicas, y de su inquietud por la evolución de nuestra lengua (tema, más que nunca, de tan grande actualidad), nació la revista literaria El Urogallo, que ELENA SORIANO fundó y dirigió desde 1969 a 1976, asesorada y apoyada en todos los órdenes (sin ninguna protección oficial ni oficiosa) por su marido, JUAN JOSÉ ARNEDO. En la heroica aventura, procuraba evitar tanto "el nacionalismo aldeano como el papanatismo hacia lo foráneo, la nostalgia del pasado como la precipitación novedosa". Abrió sus páginas a distintas edades, nacionalidades e ideologías con el sólo común baremo de la calidad. Y acertó.

Entre los homenajes que recibió ELENA, queremos destacar el que le dedica (LITERATURA Y VIDA, I, II, III) los tres tomos de ANTHROPOS (Colección Pensamiento Crítico / Pensamiento Utópico) en edición sobria y cuidadísima. El sagaz y exhaustivo prologuista, CARLOS GURMÉNDEZ, señala en ELENA la condición de anticipadora e intuitiva con profundidad envidiable. Ya en los años cincuenta vertía sus clarificadoras opiniones a través de su gran amiga y confidente, la literatura, de la que estuvo apartada más tarde durante siete años. Período que habría de contemplar y analizar, con desgarradora lucidez en Testimonio materno: con voluntad de útil alerta hacia lamentables circunstancias que habrían de proyectarse sobre la juventud de nuestros días. (Y en la que no volcó piedad hacia su hijo, ni hacia la sociedad, ni hacia sí misma)

Como novelista, tras la polémica Caza menor (1951: inicialmente víctima de la censura) había publicado una originalísima trilogía (La playa de locos, Espejismo y Medea).

Como cuentista, la selección agrupada bajo el título de la Vida pequeña, constituye una gratísima sorpresa.

La suma de estas relecturas, el repaso de estos textos, nos detiene también en otro aspecto de los tomos de ANTHROPOS: la serie de Sagaces ensayos; paralelamente, aparecen exponentes de no menor relieve en su género, que la revela como gran cronista de acontecimientos culturales, en los que descuella el teatro, y que tiene lugar en el resto de Europa. Fueron publicados inicialmente en Cuadernos (París), Ínsula y, especialmente, en Índice. Sin dejar nunca de ser, por igual, sólidos, amenos e informativos. Sin dejar de lado una pizca de ironía, (nunca amarga), y en ocasiones volcada sobre si misma.

Por su dominio amplio de todas los recursos literarios; por su perfecta comunicación de temas centrados en aspectos de la cultura no siempre accesibles, o al alcance del lector; por su actitud de alerta ante el obligado compromiso social en un mundo que, sin retroceder un punto, se muestra día a día, más indiferente, egoísta, cruel, ELENA aparece, aun hoy, merecedora de aquellos adjetivos con los que se la definió: utópica, lúcida, aguda, científica en el manejo de la propia visión del mundo que la rodeaba.

En realidad, al releer su obra, parece que volvemos a escucharla o hablar con ella y que, en estas fechas en que hubiera cumplido ochenta años, ELENA no hubiera muerto. En realidad, no ha muerto.

*Celia Zaragoza es periodista

(tomado de la revista 'caminar conociendo' nº 6, páginas 8, 9 y 10)


Jacinto Luis Guereña: CON ELENA SORIANO EN LA ESPUMA DEL TIEMPO




Con Elena Soriano en la espuma del tiempo
(tomado de la revista 'caminar conociendo, nº 6, págs, 10 y 11)

Por Jacinto Luis Guereña*

1. - Dentro de las biografías, sin hojarasca y lejos de brezales, acaso siempre resulte humanamente útil acudir a Albert Camus. Así, ahora, releyendo "El mito de Sísifo", en creencia de frases que actúan casi como postulados, me hallo con lo que recordaba aunque sin precisión. He aquí las palabras, sin presunción ninguna, y en su desnudez cotidiana, muy hondas, en total autenticidad, y que conviene a la edad mágica y dolorosa y hermosa que nos tocó asumir, históricamente hablando. La frase constructiva y soñadora, aquel grupo de amigos que fuimos y nos unía el horizonte de fusiones y deseos. La edad urgente y utópica. Amigos del grupo: Jorge Renales, Juan José Arnedo, Elena Soriano, Arturo del Hoyo, Justo Diaz Villasante, Jacinto Luis Guereña, y anillándonos la sensibilidad de las cosas culturales y artísticas. Es decir, soñábamos, la confianza se llamaba esperanza. Para el país y el mundo, nos entrelazaba, cada cual con su estilo propio, la emoción más humana, la filosofía más exigente del ser. ¿No se definía en nuestros años? Esa razón también la recuerda Camus, y ahora copio la frase prometida y pedagógica: "Llega siempre un tiempo en que hay que elegir entre la contemplación y la acción. Eso se llama hacerse hombre" ¿No es aclaración suficiente? ¿Qué crónica podría simbolizarla mejor si se tiene en cuenta que era la historia de todos, incluyéndose por edad al propio Camus y además con la sangre española de su madre? La espuma del cierzo, la espuma de oleajes cuya urgencia tal vez no se deseaba tan ardientemente. Pero llegó con la Segunda República en España, y nos tocó a todos. Cuando se sueña se quiere muchísimo, y no la aceptación, más bien todo o nada. Ese decisivo planteamiento también fue nuestro, en mayor o menor grado de voluntad y añado el complemento explicativo camusiano a su frase: "Esos desgarramientos son espantosos, pero para un corazón orgulloso no puede haber término medio". La pura sed de lo verdadero. La desnudez completa de nuestra elección. Los amigos citados, y algunos más, por supuesto, convergíamos. Y éramos felices.

2 - Los recuerdos tienen un arranque - concretamente 1932 - 1933 -: estudios y problemas estudiantiles, la FUE y las Juventudes, exámenes de ingreso en las luego tan aplaudidas promociones pedagógicas del Plan Profesional de la Enseñanza, en el vasto caserón de ladrillo: hermosa y rectangular presencia que la filosofía educadora del Gobierno empujaba con entusiasmo.
................................................

¿Se erguía, luciendo ya su plumaje, entre otras aves, el urogallo misterioso, en la mente de Elena Soriano? Cabe señalar que allí, en la colina de los chopos, se alzaba, con las mismas estructuras actuales, la Residencia de Estudiantes. Y en nuestra Escuela, en los bajos, tenía su sede el Museo Pedagógico, a la sazón dirigido por Alejandro Casona. ¿No eran las mágicas energías del ambiente, encandilándonos y aporreando? Tenía que ser así, y fue inevitable: conocer a Federico García Lorca y a Juan Ramón Jiménez y a Casona y Rafael Alberti y a Ramón Gómez de la Serna. De Casona, con "La sirena varada" y "Nuestra Natacha", encarnación directa de lo que simbolizábamos y queríamos ser, los razonamientos impacientes; también el teatro de Margarita Xirgu y "Yerma" y "Bodas de sangre". [Con] la comezón y el hervor, seguro que fue preparándose "El Urogallo", al igual que con Jorge Renales y conmigo se hizo el bosquejo de una revista poética, "Vértice"; y con Antonio Diez Martínez se llevó adelante la realización de "Horizontes".
................................................

3. - Todos nos relacionábamos. Las urgencias literarias se compaginaban apasionadamente con la existencia cotidiana y coetánea. La polifacética experiencia de 1936 - 1939 y las consecuencias que produjo, en el campo republicano, -el campo del moro y del almendro, por decirlo con vocabulario de Max Aub- el campo de los vencidos.

Y surgió, con la derrota, el exilio, tremenda aventura tanto en el exterior como dentro de España. Años terribles, sin dicha para nadie, ni para vencedores ni vencidos. ¿Cómo alborear con luces de felicidad? ¿Quién se atrevía, de modo natural y espontáneo, a gozar de su juventud? Así, los años, en proyección de tatuaje y heridas para siempre, radicalmente imborrables. Dos caminos o dos desembocaduras, en la identidad de Elena Soriano: su vertiente de narradora, y su entrega a la edición de una revista: ya se sabe que fue su obra más personal, y en ambas direcciones.
................................................

Escribir en semillero de autenticidad, sin dejar de lado los ensueños: el territorio visionario. No tanto en estilística como en ahondamiento, palabras para atravesar fronteras porosas y, temáticamente, la unión entre mujer y hombre. Siempre ha sido así, tenía que serlo en nuestra autora. La comezón de vivir soñando y, casi por necesidad, el afán de encontrar la llave de una cerradura oxidada. ¿O qué otra cosa era la censura franquista en cuanto a creatividad?

La aglutinación argumental de personajes -trayéndome a la memoria su perspectiva de tensiones dramático / sexuales-, los paraísos oscuros del dolor, las heridas sin maquillaje alguno, y que, acaso, tuvieron manantial en la chilena Gabriela Mistral.

¿También la voz testimonial si se lee de través la enjundia narradora? Es muy posible y así lo creo. Las agujas de la familia que se hace tras el lento amor que fue construyendo la silueta de los hijos. Lo que acaece dentro y fuera de las vallas hogareñas; lo que no se puede impedir: filosofía fatalista: antigua herencia clavada en el carácter español: ineludible siempre: cariz dramático que Goya y Picasso ostentan como estandartes en su obra.

4. - Tras estas hondas, voladeras y ancladas experiencias dentro del arte de novelar, surgiría la ambición, la obstinación de ser editora de revistas. Esfuerzo muy notable, profundamente personal en todos los aspectos: fundación, dirección y soporte editorial. Es, fue, -queda el eco vivo-, "El Urogallo". En sus páginas colaboramos casi todo el grupo de aquella juventud entusiasta y creadora de los años inmediatos a la guerra. Elena Soriano tuvo a gala enardecer, con variada densidad y [ricos aportes] de las letras españolas y extranjeras, los diferentes números que fueron saliendo desde el inicial, en 1969, hasta 1976. Estos años representan su fuerza timonera.

5. - Y luego, la muerte.

Jacinto Luis Guereña es profesor, traductor y poeta. Son conocidas sus traducciones de Baudelaire, Verlaine y Supervielle.

Esteban Hernández: ELENA SORIANO: LA PALABRA Y LA OSCURIDAD

Por Esteban Hernández*

Que su primera obra se desarrollase en un entorno donde la naturaleza era protagonista de primer orden no es casual. Aquel esplendoroso despliegue de léxico, aquellas descripciones precisas y eruditas, fastuoso escenario para un drama pasional, sentido y cruento, llevaron a la errónea creencia de que "Caza menor" era un texto ruralista, manejado por los rencores de una familia poco representativa. O mucho, pero de la España profunda.

Por supuesto, absolutamente incierto. Al igual que la trilogía que le sucedió, fue una obra que radiografiaba la naturaleza humana. Eran miedos, odios, deseos, fobias, resquemores, angustias puestas al desnudo por la hábil ¿habilidad? de una escritora de raza. Y al margen del inevitable choque que aquellas novelas produjeron con las fuerzas vivas de la época, lo que permanece es esa lucha cruel y constante del ser humano consigo mismo. Manifestada en el impulso primero, conseguir un ejemplar determinado del sexo opuesto, aunque no reducida a este casi anecdótico aspecto.

Se trataba de personas fácilmente reconocibles, inquiriéndose por su felicidad, incapaces de llegar a puerto, con la duda y la angustia por acompañantes casi únicos. Sin embargo, si en "Caza menor" todas las preguntas son cegadas por los hechos, en "Mujer y Hombre" sí son enunciables por sus protagonistas. Aunque no haya contestación posible.

Es en ese instante cuando la escritora se aleja de la narrativa; sus siguientes trabajos pertenecen al campo del ensayo. Y más tarde emprenderá la aventura de "El Urogallo". Entonces acomete una empresa compleja, arriesgada y titánica: "Defensa de la Literatura". Se publica por entregas en su revista (Anthropos la editará en 1993) pero dejando aparte muchísimo material (que es muy posible que sea recogido en un volumen). Y una empresa que, ante todo, es la mejor respuesta que Elena Soriano posee para todos los interrogantes que surgen en sus textos y en el mundo que vive. Cualquier posible solución pasa por ahí.

Su hijo Juanjo fallece. Es el menor, muy joven; la muerte ha dictado su absurdo prematuramente. Nace "Testimonio materno", literatura de nuevo para combatir la pérdida, entender las causas y conocer mejor cuál es nuestra situación en nuestro mundo y en el universo. Se confiesa la autora; ya no es un personaje de su invención quien habla, sino ella misma y a tumba abierta. El afán de comunicación es aquí mucho más evidente. No hay otro texto suyo donde la defensa de la literatura posea argumentos más contundentes. No es su mejor libro, sí el que mejor pone al descubierto algunas utilidades de la palabra escrita.

Porque la obra de Elena Soriano no es otra cosa que un debatirse continuo - como la misma existencia - en ese vacío que oscila entre las oscuridades de lo humano y la capacidad de dar nombre a nuestras perplejidades. Allí es donde la literatura tiene un trabajo por delante, y allí es donde la escritora de Fuentidueña de Tajo ubicó su pluma.

Esteban Hernandez es periodista.
En breve publicará un libro crítico
sobre Elena Soriano

LEIDO EN 'CAMINAR CONOCIENDO', NÚMERO 6, PÁGINA12

Eusebio García Luengo: RECUERDO DE CARLOS GURMÉNDEZ



Recuerdo de Carlos Gurméndez: un pensamiento rico y pasional.


Eusebio García Luengo habla del que fue su amigo Carlos Gurméndez, escritor, pensador y humanista, madrileño de adopción, notorio en los círculos intelectuales de su tiempo y de ahora.
 Eusebio, amigo de "Caminar Conociendo", hombre que busca y anima la conversación, nos trae los recuerdos de su amigo C.Gurméndez.

Conocí a Gurméndez, nos dice, en esos cafés literarios madrileños como "La Granja del Henar", siendo estudiantes en la Universidad de Madrid. Gurméndez, aunque nacido en Montevideo, llegó muy jovencito a Madrid, y se integró muy bien en el mundo madrileño.

Era un hombre muy comunicativo, muy expansivo, y respecto de otros escritores propiamente españoles, él como hispano americano y con motivo de su estancia en Europa, tenía una visión y una cultura mas amplia que el resto de amigos del grupo español. Era profundo conocedor del pensamiento y la literatura alemana, lo cual era poco frecuente, además de la literatura inglesa, francesa y soviética.

Carlos Gurméndez simultaneó las carreras de Filosofía y Letras y Derecho en la Universidad Complutense, donde se afilió a la organización estudiantil de izquierdas FUE, lo que le impidió finalizar la licenciatura de derecho en Madrid, teniendo que completar sus estudios en la Universidad de Berlín.

Durante la Guerra Civil dejé de verle, pero en la inmediata posguerra, viviendo él aún en la calle Gran Vía, reanudamos nuestra amistad. Gurméndez es uno de los pocos amigos que siempre me ha sido no sólo muy afecto, si no también muy fiel, y yo le estoy agradecido que siendo una amistad de mas de medio siglo, se acordase de mi y me llamase por teléfono, aun en estos últimos años cuando yo hacía una vida casi conventual.

Gurméndez era hombre al que gustaban los grupos de tertulia en los cafés, a los que llegaba fácilmente por ser un hombre de gran simpatía y don de gentes. Grupos a los que acudía gente muy diversa, de pensamiento políticamente ambiguo, cosa que no se entiende fácilmente por personas que hacen una sola clasificación ; "franquistas", "de izquierdas", ¡ no !, había mucha gente que no eran ni franquistas ni marxistas, entre los cuales estaba este grupo, era gente liberal que habían conocido la República y que hacían una vida literaria de tertulia, grupos de pintores, poetas, literatos, entre los cuales estaban Fernando Chueca, Alfonso Buñuel, hermano de Luis, Carlos Arniches hijo del escritor madrileñista Arniches, Juan Esplandiú, Paco Galicia, etc.

Estas amistades, habiendo sido nombrado agregado cultural de la legación Uruguaya, y su pensamiento opuesto al Régimen, no pasaron inadvertidas, puesto que como diplomático tenía cierta vigilancia, dando lugar a una denuncia que le obligó a marchar de España. En la víspera de su marcha estuvimos sentados los dos charlando en la terraza de un café, porque era verano, en el Paseo de Recoletos.

Entonces marchó a París, Montevideo, Bucarest, años durante los cuales desarrolló una intensa actividad intelectual y diplomática. Desde su exilio colaboró enviando escritos a las revistas Indice, y La Gaceta Literaria.

En 1973 pudo volver a España, a Madrid, que era su verdadera querencia. El siempre se consideró madrileño, pues fue allí donde hizo su carrera, donde tenía sus amistades, donde vivió y donde ha fallecido.

Se incorporó a la vida intelectual, actividad que ha mantenido hasta el final de su vida, junto a algunos de los que fueron sus amigo, tales como, J. L.. Aranguren, José Bergamín, Ortega Espotorno, personaje este fundamental en la Revista de Occidente y el diario El País, y quien le llevó a la colaboración que luego ha mantenido durante tantos años en el citado diario. Se dedicó con verdadera pasión a escribir, dejando una gran obra no sólo en importancia, si no también en cantidad.

Tenía Gurméndez mucho interés en tener lectores, en trascender como autor, de llegar a la gente, cosa que conseguía a pesar de cultivar un género no fácil, un género filosófico, obtuso, con muchas citas de filósofos alemanes. A veces me llamaba por teléfono y me preguntaba :

-"¿Has leído mi artículo ?" . Tenía como digo ese afán de ser leído.

Elena Soriano, Carlos Gurméndez y Eusebio García Luengo mantenían ente ellos una amistad desde años, amistad que les ha traído a esta revista, en la cual los tres han mostrado interés en colaborar. A la pregunta de si además de la amistad les unía un mismo interés por la temática de los sentimientos, Eusebio nos responde :

-No, no creo que hubiese un parecido entre ellos, Gurméndez era mas filósofo y Elena mas novelista. A Gurméndez le interesaba el tema de los sentimientos, las pasiones humanas, el amor era uno de sus temas preferidos, y Elena como novelista tomaba como referencia también esos sentimientos, pero la forma de tratarlos, el interés era distinto, no, no creo que hubiese un parecido.

Entrevista realizada por Manuel Segovia
el 15 de Marzo del 97. Colaboración, Patricia Jiménez


ENTREVISTA APARECIDA EN LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO' Nº 6, EN LAS PÁGINAS 13 y 14

Joaquín Lledó: EL INTRUSO EN EL FUNERAL


El intruso en el funeral
(A la memoria de Carlos Gurméndez)

por Joaquín Lledó*

Hay un tipo de espiritismo que se practica con figuras de tinta. Estas figuras hacen volver la voz de los muertos que nos rondan cercanos, e incluso permiten que con esta voz nos lleguen otras voces; voces de otros espíritus más lejanos, desconocidos y misteriosos (pues no hay que olvidar que hay algunos que piensan que en estas letras pueden manifestarse los mismísimos dioses, aunque son muchos los que piensan que esto no puede ser cierto, al menos que es poco probable). De todas maneras, en lo que casi todos parecen estar de acuerdo es en considerar que, en esto de los espíritus, es evidente que las voces amigas sirven de introductoras, de guías. Son ellas las que, tomándonos y empujándonos con su "aliento", nos hacen adentrarnos en mundos desconocidos. Pero pese a esto, y curiosamente, cuando la voz que en estas figuras nos llega es la de alguien que nos fue verdaderamente próximo, es frecuente que el recuerdo de la ausencia de esta persona nos haga borrosas estas figuras, que por ello, al hacerse imprecisos los límites de su corporeidad, parecen perder la poca o mucha alma del desaparecido que hubiese podido atrapar.
Cuando esto nos sucede, nos quedamos ahí, frente a esas figuras de tinta, más sin verlas, perdidos en la realidad en el recuerdo de las pequeñas cosas vividas con aquel que ya no está; rememorando los confusos presentimientos que compartimos con él; los esperas pasadas a su lado; los gestos de ambiguo significado que con él intercambiamos; el común acuerdo en algo en realidad indefinido ...
Por el contrario cuando el que a nosotros regresa en estas figuras es alguien que, aunque próximo, en realidad desconocíamos, entonces cada una de estas marcas de tinta, cada una de estas huellas, se convierte verdaderamente en una posibilidad "auténtica" de comunicar con alguien que ya está con nosotros. Demasiado lejano la tinta sólo sería tinta, o todo lo más sería literatura, ficción; demasiado cercano su ausencia la haría turbia, borrosa, en definitiva tinta muda.
Decía el filosofo recientemente fallecido Carlos Gurméndez que "Vivir es estar viviendo, seguir los caminos de la vida sin pararse en el albergue del yo, deseando no salir de este paraíso sintiente". Yo no conocí a Carlos Gurméndez. Era Carlos, simplemente, amigos de los amigos, gente de mi gente. Pero curiosamente ahora que se ha ido, leyéndolo, lo que comparto con él no son recuerdos en los que figuran esos amigos (aunque todos ellos sean, por cierto, excelentes camaradas tanto para la fiesta como para el trabajoso lance). No. Lo que comparto con él es el gozo de volver a dar aliento, aunque solo sea durante un brevísimo instante, otras voces. Cuenta Gurméndez, quizás porque a él se lo contaron, la historia de un indio boliviano que llevaba mucho tiempo sentado en las escalinatas de un templo y al que preguntaron: ¿Qué hace usted sentado aquí? "Estoy tristeando", respondió.
Tristear es hilar sombras con el nudo de nuestra congoja de existir. Pero, como el propio Carlos sabía, este demorarse en el ensimismamiento es vano si allí no habitan algunas voces esenciales. Pasó él mucho tiempo de aquel que le fue dado vivir en diálogo con estas voces; probablemente con la secreta intención de hacérnoslas más próximas. De ellos testimonia cumplidamente la obra surgida de su quehacer. Un ensayo sobre la dialéctica subjetiva, titulada por aquel que se complació en ser amante "Teoría del Humanismo: Ser para no ser"; un ensayo de antropología dialéctica: "El secreto de la alienación. El hombre actor de si mismo", en el que evidentemente Carlos se adentra en el difícil problema de intentar delimitar lo que es estar poseído y lo que es personal y libre entrega al proyecto común. Su excelente "Teoría de los sentimientos". Y por supuesto su "Crítica de la pasión pura". En todos estos libros ahondó Gurméndez sus sentimientos, creando laboriosamente surcos que ahora nos permite a nosotros volver a recorrer los paisajes en los que su alma se complació. Él ya no está. Él se fue. Pero persiste en estas figuras de tinta su paisaje, y en él las voces de todos esos pensadores franceses, alemanes, ingleses, daneses y rusos que tan pacientemente sondó.
Han conseguido los filósofos españoles de este último siglo salvar de la constante acción de la nada el concepto de "talante", que es nuestra manera de decir ese "estar ahí" del que hablaba Heidegger. Gurméndez ya no está aquí. Pero su voz, prendida en la tinta y toda ella entregada a la tarea de hacer resucitar otras voces, nos devuelve por entero su talante. Fue Carlos Gurméndez un hombre bueno que amó la sabiduría y quiso siempre compartirla con sus amigos. Quizás Carlos ya no puede participar en aquello que ahora estamos preparando, pues quiso el destino que no llegar a franquear el umbral del nuevo milenio. Pero si lo que ahora proyectamos y preparamos se realiza y, realizándose, nos procura felicidad, en ese caso podemos estar seguros de que lo que hemos realizado es en realidad el sueño de Gurméndez.
Liberado ya de la pesadumbre que ocasiona el saberse condenado a partir, Gurméndez puede ya morar eternamente en los lugares que amaba frecuentar: en aquellas páginas del casi olvidado Marx; en el entusiasmo que precede a las revoluciones o en aquel verso de César Vallejo que él amaba citar: "¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos, // hay, hermanos, muchísimo que hacer".
Y puede hacerlo sabiendo que allí, en esos instante fugaces - pues poco es el tiempo que se toma para leer un verso - a los que sólo la muerte hace perennes, un día recibirá nuestra visita. Pues es de hombres bien nacidos honrar a sus muertos.

Joaquín Lledó es escritor.
Redactor Jefe de la revista Album Letras.

Un Sumario:


"Tristear
es hilar sombras
con el nudo de nuestra
congoja de existir"


CAMINAR CONOCIENDO, Nº 6 PÁGINAS 14 y 15