viernes, 5 de enero de 2007

ADONIS: LA VISIÓN INEFABLE DE LO HUMANO EN EL LIBRO DE LAS HUIDAS


ADONIS: LA VISIÓN INEFABLE DE LO HUMANO
EN EL LIBRO DE LAS HUIDAS
(tomado de las páginas 40 y 41)

por Fernando Romera

Una concepción de poética como ahondamiento, como prospección e introspección es algo que en los últimos tiempos no ha de resultarnos extraño. Desde la polémica / dialéctica que alrededor de los 50 se produce entre poetas del conocimiento y poetas de la comunicación, se ha venido creando en la línea lírica de autores como, por ejemplo, José Ángel Valente (que vinieron siguiendo otros más contemporáneos como Esperanza Ortega ...) Las traducciones de algunos poetas sufíes o los estudios sobre la mística islámica de don Emilio García Gómez o don Miguel Asiín o más tarde las obras de Luce López Baralt, y tantísimos otros escritores o estudiosos, contribuyeron a resucitar el interés por lo islámico y su influencia en nuestra tradición occidental. Desde las huellas dejadas en San Juan de la Cruz o en Dante, hasta las más remotas líneas de tradición oral, los estudios se fueron sucediendo y, en muchos casos, exagerando.
Hace algunos años se comenzaron a traducir de forma parcial, la poesía del poeta sirio-libanés Adonis, seudónimo de A. A. Saíd Ésber, generalmente a partir de traducciones francesas. Adonis comenzó a interesar, aparte de por una necesidad de ahondar en culturas lejanas a la nuestra, porque su poesía reunía lo mejor del clasicismo griego y latino y lo mejor de la tradición oriental. De alguna forma se convertía en un camino de regreso a los orígenes de nuestra propia literatura en un tiempo en el que ésta se vuelve objeto de si misma en una suerte de manierismo.
Las traducciones al castellano, han sido, sin embargo, serias aunque escasas. Una de las más interesantes, la realizó Federico Arbós para la colección "Poesía del Oriente y del Mediterráneo" que dirigía Clara Janés, otra profunda conocedora de exóticas literaturas. La obra es, según traducción del propio Arbós, "Libro de las huidas y mudanzas por los climas del día y de la noche".
A primera vista, para los acostumbrados a leer la amplia colección de poemas místicos que nos ha ido llegando en los últimos años, el título de este libro estaría muy en consonancia, a primera vista, con la obra de, por ejemplo, San Juan, en consonancia también con la simbología sufí ... Y no le faltaría razón. El libro se abre con un poema de An-Nífari, poeta sufí del siglo X: "Cuando se ensancha la visión, más se estrecha la expresión". Es la poética de lo inefable y la teoría de la anchura y la estrechez, tan común a tantos místicos (que los estudiosos de los poetas hispano-musulmanes, y, más concretamente del propio sufismo, conocerán, por ejemplo, a través de Ibn Arabí o Ibn Abad de Ronda), pero tan específica de la mística sufí.
Otro tanto podríamos decir de la simbología del día y de la noche o de la propia "mudanza" o transformación. Sin embargo, no puede deducirse de todos estos datos que la obra de Adonis, se incluya en un marco amplio de literatura religiosa. Bien es cierto que todas las referencias externas a que nos referimos nos remiten a este territorio y que el propio autor nos introduce en el libro de boca de un místico. Pero el poeta se muestra en un camino de retorno. Si se puede usar el término de literatura "a lo divino", los referentes simbólicos comúnmente asociados a la literatura mística son devueltos a su humanización.

"no puede deducirse que la obra de Adonis, se incluya en un marco amplio de literatura religiosa"

"su poesía no parte de un conocimiento de lo trascendente sino de lo puramente humano,
de la afirmación humana, de la reivindicación del hombre y de su lenguaje"

Este camino de "ida y vuelta" de lo humano a lo divino no es algo que deba sorprendernos porque ha sido común en los últimos años de nuestras letras. Lo que sí sorprende es la visión general del hecho poético. Desde el momento en que consideramos que su poesía no parte de un conocimiento de lo trascendente sino de lo puramente humano, la concepción de poesía no es la de material insuficiente, sino de la afirmación humana, de la reivindicación del hombre y de su lenguaje y, por extensión, de la naturaleza misma frente a la acción divina en el mundo. La escritura frente a la Escritura. Si en la tradición oriental La Escritura, la palabra divina es sinónimo de verdad, "La Palabra", escribir, el hecho poético es un situarse a la altura de esa verdad, situarse frente a lo divino como una forma de afirmación de lo humano. De alguna forma, se convierte en rebeldía contra todo aquello que no lo sea.
De igual forma que Valente utilizaba el mito de Ícaro para ahondar en la idea de la poesía y de conocimiento, Adonis vuelve sobre él: "Por aquí pasó Ícaro. / Acampó bajo las hojas lívidas, / inhaló el aroma del fuego / en las alcobas del verdor, en los brotes suaves. / Agitó, / sacudió el tronco, buscó refugio, / plegó sobre si las alas cual tienda de campaña. / Embriagóse luego y echó a volar ... / Pero no se abrasó - aún no - Ícaro."

La muerte anula el sentido. Y, puesto que lo anula, ni ella misma tiene sentido.

¿Acaso la vida es un error que el asesinato corrige? La rosa casi ha olvidado cómo alumbrar su perfume.

No lo compares con nadie ni compares a nadie con él. No tiene amigos ni enemigos. Compararse es deformarse.

Hoy, triste por el aire enfermo, la adelfa no ha bailado.

Un hombre solo: un ala. Una mujer sola: un ala rota.
pie: del libro Homenajes de Adonis; Ediciones Libertarias


El conocimiento como constante viaje toma en este poema también un sentido de cercanía a la destrucción, acercamiento a los lugares en que se puede dejar de ser hombre, pero situándose siempre en el preludio de ese momento, no perdiendo de vista el lado humano "- aún no - " de la creación. La solución a tales preocupaciones se produce del lado de la palabra, de su valor simbólico y temporal: "El tiempo (...) que lava con la muerte y su bálsamo aromático / la palabra primigenia: gemido de la voz / en la lengua del hombre".
Para leer, pues, la obra de Adonis, hay que situarse en "esta ladera", sin perder de vista la otra, sin dejar de tener en cuenta que el bagaje utilizado por el autor es la palabra antigua, la palabra temporal remozada, la simbología reutilizada. Sus materiales son antiguos textos chiítas, lejanos textos griegos que se transforman en cuanto que designan una realidad nueva totalmente diferente a la primitiva. Esta forma de tratar al lenguaje es el cambio del referente, del objeto que designa. El árbol deja de ser el mismo árbol del génesis, el árbol de la Cruz, para ser el hombre mismo la representación de su paso en el tiempo, el ser independiente de su nombre. Baste citar el poema que lleva ese mismo título, "Árbol", y que quizá resuma todo lo expuesto:
"¿Por qué el hombre cuando no tiene identidad ni nombre? / ¿Por qué el espacio cuando está cerrado, henchido como atabal?"

DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO'

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