viernes, 5 de enero de 2007

José Mª Muñoz Quirós: JOSÉ GARCÍA NIETO: HUESPED EN LAS NAVAS DEL MARQUÉS

Por José María Muñoz Quirós*

En agosto de 1944, José García Nieto junto a Camilo José Cela y el hispanista Charles David Ley viajan a Las Navas del Marqués. Lo que presuponía ser solo una estancia veraniega en la hermosa villa de pinares, se va a transformar en una aventura personal transcendida a una aventura literaria, de la que saldrá todo un poemario que se publicó en ese mismo año con el título: "Versos de un huésped de Luisa Esteban".
La presencia biográfica y emocional del poeta en este conjunto de versos se inicia en las dos dedicatorias que encabezan el libro: A Luisa Esteban "La Reluces"; otra: A Camilo José Cela, Charles David Ley y Martín Abizanda. Junto a las dedicatorias, unas palabras clarificadoras y hondísimas sobre el significado de este viaje a Las Navas del Marqués y el hospedaje en casa de Luisa Esteban:

"Te has quedado aquí, Luisa Esteban,
conmigo y en mis versos. Y en las manos de
mis amigos. También en los ojos de estos tres,
cuyos nombres sirven de claveros a mi
memoria, a tu memoria, Luisa Esteban.
Pequeña era tu casa, como lo es este libro,
y allí cupo mi voz en la que te quedaste
prendida sin remedio. Sin salida, Luisa
Esteban, como nos vamos quedando en
muchos rincones del mundo, en tantas y
tantas innumerables salas de la tierra.
Tú no lo sabrás nunca y, sin embargo, tiene
ahí, por donde te mueves, mi gesto de señorito
y mis pasos quedos a la madrugada; ahí
donde tus hules pintados y tu san Antonio,
tu enjalbegado vasar, tu falda tiesa y tu
nombre alto, hondísimo, traspasado de mi
costumbre, el ir y venir irremediable de mi
corazón al de los hombres."

El libro supone un recorrido afectivo desde el inicio de la aventura. El poema "Llegada" inicia la andadura del viaje. Romance con numerosos tintes lorquianos. Comienza con:

"La luna de Agosto viene
en hombros del Guadarrama.
Tus tejados, Luisa Esteban,
hace tiempo que la aguardan."

No pueden ser más premonitorios estos cuatro versos donde la presencia de la luna, como una estrella conductora y profética, se posa en el tejado donde va a ser hospedado el poeta. El milagro del destino, con la fuerza de la luna como indicador, va a hacer posible lo inesperado.

"¡Qué me ahogo, Luisa Esteban,
en esta luna de agua!"
Y en el centro de la historia que se va intuyendo, el poeta dice con gran fuerza expresiva:
"Con un anillo en el cuello
me revolvía en tus sábanas
que aullaba en mis oídos
como el viento entre las ramas.
Por una tierra de lobos
me sorprendió la mañana."

El paraíso amoroso contrasta con la realidad exterior que transforma la calidez del lecho en una tierra de lobos; el suave sonido de las sábanas en el aullido del mundo más allá de las fronteras del hospedaje.
Es destacable por su belleza el soneto "Hermano castillo", pieza poética de honda reflexión donde José García Nieto, partiendo de los elementos esenciales, transporta a su vivencia interior toda la imaginería del mundo observado, expresando su estado espiritual y existencial con la contemplación del castillo al que, por lazos afectivos, llama hermano:

HERMANO CASTILLO

"Mi soledad es esto que ahora siento,
este silencio, esta quietud que apenas
deja un poco de música en mis venas,
un poco de razón al pensamiento.
Como tú, fortaleza contra el viento:
yo sin brazos, tu puente sin cadenas;
sin ilusiones yo, tú sin almenas;
los dos memoria a labio sin acento.
Mi soledad es vernos en la tierra,
hincado yo también porque te clavas,
elevado a mi voz porque tu subes.
Tú como yo; los dos como esta sierra;
Ávila hundida aquí por esas Navas
y allí Gredos crecido entre las nubes.

Sería imposible traer a estas páginas todos los poemas del libro. Hay estampas pintorescas, elementos muy sugerentes de la vida de Las Navas del Marqués en aquellos años de postguerra. Considero que lo más emotivo son los versos que protagoniza Luisa Esteban, tal vez porque desde la memoria poética de esta mujer resurge toda la memoria de un tiempo y un lugar. El poema "Despedida" no puede ser más elocuente:

"Vuelvo a mi casa, más alta
que la tuya, Luisa Esteban,
pero sin una ventana
que dé al atrio de la iglesia."
- ¡Adiós, adiós! - Y no me oyes,
Luisa Esteban."

Pero la historia no termina con una despedida que cierra el ciclo poético del viaje a Las Navas del Marqués: once años más tarde escribirá García Nieto el libro "Geografía es amor", poemario emblemático que recibirá el Premio Fastennraht de la Real Academia, y un año más tarde el Premio Nacional, publicándose en 1961. Han pasado muchos años desde que el poeta, emocionado en su viaje, regresará a Madrid. Se han sucedido muchos libros, muchas historias personales, muchos otros viajes. A pesar de todo, en este libro fundamental del poeta, reaparece la presencia de Luisa Esteban y de Las Navas del Marqués:

ULTIMO POEMA PARA LUISA ESTEBAN
(Las Navas del Marqués. Ávila)

Sobre el tiempo, sobre el agua,
sobre el aire de esta sierra
¿qué ha sido de tu memoria,
Luisa Esteban ...?
Todo son pasos perdidos,
todo son años y leguas
perdidos: todo son dudas
donde estaba la certeza.
Paisaje mío de ayer,
aventura venidera,
versos con los que llenaba
de fe tu oquedad casera ...
¿dónde estáis? - ¡ay, ojos ciegos! -,
vuestra realidad ¿cuál era?
(sueño es lo que va pasando:
no es sueño lo que se espera .)
Castillo que estas Navas
oro atesoras en piedra
¿por qué parece que vuelves
de una remota pobreza?
Y esa nube que se extiende
sola en el azul e incierta
¿por qué me busca en los labios
la palabra que no llega?
¿Sabes tú dónde se esconde
ya la canción, Luisa Esteban?
Si todo está igual, si el aire
vivo y fragante nos prueba
que todo es igual ¿quién tiene
la canción? ¿Quién se la lleva?
Dímelo tú. (Y no me oyes,
como entonces, Luisa Esteban.)

Los elementos de este bello poema difieren, absolutamente, del tono empleado en el año 44 desde el libro surgido tras la experiencia y el viaje. Todo ha cambiado. Todo es rememorado desde una melancolía sugeridora, leve, casi poseída por la tristeza, envuelta en esa desazón lírica del desencanto, y a la vez, llena de ternura, de proximidad, de cercanía casi palpable. La voz del poeta se hace jugosa, se remonta a la memoria como cimiento de la vivencia presente, y enlaza, como un puente, como el ayer desde el hoy tembloroso.
"¿Sabes tú dónde se esconde ya la canción?"
Desde el cántico se llega a la vida. Desde la canción se renueva la juventud. El tiempo ya ido es la red del silencio de las cosas. Pero todo retorna y vuelve y se posa en el corazón con la huella indeleble del recuerdo. Ahí está Luisa Esteban y Las Navas del Marqués, cada rincón, cada luz, cada torre, cada instante arrebatado y renacido. Ahí están, como hoy, con la mirada estremecida de un poeta que sabe que recordar es volver a vivir.
(TOMADO DE LAS PÁGINAS 29, 30 y la columna de la izquierda de la 31 de la revista Caminar Conociendo, Nº 6)














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