Por Shelomo Avayoú*
Israel: Kibbutz Ga'as, febrero de 1997
Después de trabajar unos diecisiete años en nuestra plantación de aguacates, aquí, en el kibbutz Ga'ash, cerca de Tel Aviv, decidí cambiar de rumbo y tomar otro camino, bastante alejado del anterior, montando, en el mismo kibbutz, un Estudio Editorial, para traducir o editar libros.
Y a punto de cumplir 58 años, la decisión no fue nada fácil.
La vida es un maravilloso viaje en el tiempo y en el espacio. Hay que salir a los caminos sin miedo, "tomando la alma en la palma", según diría mi padre Abraham, que en paz repose. Echándonos a lo desconocido nos conocemos a nosotros mismos. Sentaditos en casa, frente a la tele, no se llega muy lejos, eso está claro.
Por mi parte, después de traducir al hebreo "El viejo que leía novelas de amor", novela castellana del chileno Luis Sepúlveda (recientemente publicada en Jerusalén), estoy traduciendo del turco, "Kara Kitap" (El libro Negro) del novelista Orjan Pamúk. Y es que por algo nos salió la fama a los judíos de ser contrabandistas de ideas, de religiones y de literaturas. Ocupación que muchos consideran subversiva y peligrosa.
Comparar civilizaciones y culturas, siempre fue uno de mis vicios más enriquecedores. De modo que, estando de paso por Barcelona, el pasado noviembre, acepté la invitación del profesor Gentil Puig para dar una charla a sus estudiantes de Ínter - Culturalismo, en la Universidad Autónoma, sobre el tema, "En la encrucijada de las identidades - en Turquía e Israel - testimonio personal".
Me defino como escritor israelí de expresión hebrea y de origen judeo - español. Escribo poesía y prosa en hebreo, lengua materna por adopción; "materna" quizá no sea el término apropiado: lo que quiero decir es que la adopté, como tal, en 1949, teniendo yo diez años, al llegar a Israel. Mi primera lengua, allá, en mi más tierna infancia de la Judería Sefardita de Izmir (Turquía), fue, naturalmente, el ladino...
Actualmente estoy escribiendo un libro, "Los hijos de Job", que me da la sensación de volar en la máquina del tiempo, ya que trata de los avatares de mis antepasados, los Avayú (alcurnia judeo - árabe, Abu - Ayyub, es decir Padre de Job), de origen andalucí. Judíos arábigos que emigraron al norte de la península, vía Granada - Córdoba - Valencia.
Siguiendo la abundante documentación histórica, visité, en noviembre del 96, los restos de las juderías de Zaragoza, Tortosa, Calatayud y Tudela; consulté, de paso, algunos archivos notariales (preciosos archivos, por cierto) de Aragón y Navarra. Y, mira por donde, en uno de ellos, me hallo con un ¡Abraham Avayú! que toma parte, en los últimos días de 1492, antes de la expulsión, en reuniones con aquellas autoridades que les van quitando todo, hasta los cementerios ... Visité lo que fue, antiguamente, importantísima aljama de Zaragoza, donde mis antepasados tenían algunas casas en el "Callizo de la Perera" (hoy bajo el Teatro Municipal) acompañado por la profesora Asunción Blasco Martínez, máxima autoridad académica en tal aljama, ¡fue una experiencia conmovedora!
Y, ¡qué casualidad!, precisamente allí, en la biblioteca de la Universidad de Zaragoza, en el primer tomo de "Navarra Judaica", edición del profesor Juan Carrasco, conocí al mas antiguo Avayú que el documento señala como pechero de algunos impuestos en Estella o Pamplona allá por el año de 1284.
Es así, como decía al principio, que saliendo por los caminos de Dios, uno encuentra de todo; y, a veces, algunas veces, lo más remoto y desconocido, vuelve a ser muy nuestro, tan entrañable como un ser querido, como gente de la familia; por ejemplo: un tocayo mío, Salomón Avayú, aparece documentado en el libro del historiador Motis Dolader, como "mege (médico), judío bilbilitano", es decir, de la población aragonesa de Calatayud, en el año, desgraciado año, de 1492; y llevando, como lleva, este personaje, mi nombre y mi apellido; y visitando, como visité, emocionado, los restos de la antigua aljama bilbilitana; me era imposible tratar, al tal Salomón Avayú, como a un desconocido, ¿o no?.
Pronto visitaré Turquía, y Tesalónica en Grecia, donde conozco otros "avayús", deportados por los alemanes a los hornos crematorios en 1942; como se ve deportados otra vez, ahora por los alemanes ...
Aparte, y algo tiene que ver con la actualidad más dolorida y compleja, nacida de la discusión sobre el futuro de Jerusalén, ciudad maravillosa, por cierto, cuyo pasado a veces nos deja pocas posibilidades para el presente y el futuro: en 1967, tomando parte, como soldado israelí, en lo que nosotros, creo que justamente, llamamos, la liberación de Jerusalén, tocando las piedras del Muro de las Lamentaciones, por primera vez en mi vida, sentí mi brazo traspasado por una energía tangible hasta mis dedos, como si todos mis antepasados hubieran tocado el Muro. Y sin negar que otros también consideran a Jerusalén santa, creo que se olvidan de quién la hizo así; y no toman en cuenta, por lo que se ve, que si el nombre propio de Jerusalén expresa algo más, algo distinto, que Tumbuctú, por ejemplo, es porque nosotros, los judíos, hemos escrito su nombre en hebreo, todos los días, sobre las paredes de la historia ...
De todas maneras, espero, cargado de razón, que llegue la paz, y que una u otra solución política, tolerada por todos los adversarios, se pueda producir, ojalá ... Tenemos que seguir dialogando, judíos, cristianos y musulmanes, caminando y conociéndonos, para humanizar la imagen que uno tiene del otro.
Nada fácil, ya lo sé. Llevará mucho tiempo, quizás siglos y siglos. No lo digo en vano; basta sólo una muestra: la puerta de la Judería de Zaragoza, todavía, se llama Dominguito de Val, rememorando a un falso "Santo", uno de tantos, presuntamente asesinado por los "vampiros judíos" etc, ...
Pero, sin olvidar lo bueno y lo doloroso del pasado, todos nosotros, tenemos que seguir adelante; a pesar de todos los pesares, ya encontraremos algún camino con un poco mas de justicia para todos ...
Indudablemente conocéis mejor que yo, mejor que nadie, a aquel admirable poeta que anduvo, según creo, cerca de Las Navas del Marqués; como conocéis sus famosísimos versos: "Caminante, no hay camino, se hace camino al andar". Y no solamente en España, digo yo.
*Shelomo Avayoú es poeta israelí. Presidente del Pen Club de su pais y secretario general
de los escritores Kibutzianos
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Sumarios:
<<La vida es un maravilloso viaje en el tiempo y en el espacio. Hay que salir a los caminos sin miedo, "tomando la alma en la palma", según diría mi padre Abraham>>
"Tenemos que seguir dialogando, judíos, cristianos y musulmanes,
caminando y conociéndonos, para humanizar la imagen que uno tiene del otro"
TOMADO DE LAS PAGINAS 42-43 DE 'CAMINAR CONOCIENDO, Nº 6
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