viernes, 5 de enero de 2007

RENACER: de Forugh Farrojzad

POR Forugh Farrojzad (Teherán, 1934 - 1967 [1312 / 1345 H. S.])

Todo mi ser es una oscura aleya(*)
que se repite y que te lleva
a un amanecer de amaneceres,
de floreceres eternos.
En esta aleya
he suspirado, ay,
en esta aleya
te he injertado
al árbol, al agua, al fuego.

La vida quizá es
una larga calle
por la que pasa cada día una mujer con una cesta.
La vida quizá es
la cuerda
con la que un hombre se cuelga de un árbol.
La vida quizá es el niño que vuelve de la escuela.
La vida quizá es
ese cigarrillo que se enciende
en la pausa entre dos abrazos.

O esa mirada absorta del transeúnte
que se quita el sombrero
y saluda: ¡"buenos días"!
con una sonrisa insignificante.

La vida quizá es
ese instante sin continuidad en que mis ojos
se derrumban en los tuyos ...
y hay aquí un significado
que confundo
con las percepciones de la luna
y de la oscuridad

En una habitación a la medida
de la soledad,
mi corazón, a la medida del amor,
repasa los pretextos
más sencillos de su dicha;
la belleza de las flores que se marchitan
en la maceta,
en retoño que tu sembraste
en el jardín de nuestra casa,
el trino de los pájaros
que cantan
a la medida de esta ventana.

Ah, esa es mi parte.
Esa es mi parte, mi parte:
un cielo que se separa de mi
a través de una cortina.
Mi parte
es descender escaleras gastadas
y unirme a algo
que es corrupción
y es desconocido.

Mi parte
es un paseo nostálgico
por el jardín del recuerdo
y morir en la tristeza
de la voz que me dice:
"Quiero tus manos".

Hundiré en el jardín mis manos,
germinarán, lo sé, lo sé, lo sé,
y las golondrinas pondrán sus huevos
entre mis dedos,
sucios de tinta.

Colgaré de mis orejas dos cerezas
rojas, gemelas,
y pegaré en mis uñas pétalos de dalia.
Hay un callejón donde los chicos
que me amaron hace tiempo,
con los mismos cabellos revueltos,
cuellos finos
y piernas delgadas,
piensan en la sonrisa inocente
de una niña que una noche
se llevó el viento.

Hay un callejón
que mi corazón ha robado
a los barrios de la infancia.
Viaje corporal por la línea del tiempo,
con un cuerpo que fecunda
la línea del tiempo,
el cuerpo de una imagen que se piensa,
que vuelve de la fiesta en un espejo.

Así es como alguien muere
y alguien se queda.

Ningún pescador puede
encontrar ninguna perla
en un arroyo humilde,
arroyo que desemboca
en una charca.
Sé de un ángel pequeño y triste
que vive en el mar
y toca su corazón
con un ney(*) de madera, lentamente.
Un ángel pequeño y triste,
que muere de noche
por un beso
y nace al amanecer
también por un beso


Forugh Farrojzad (Teherán, 1934 - 1967 [1312 / 1345 H. S.])

DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO'

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