¿EMBLEMAS MASÓNICOS EN EL CASTILLO DE MAGALIA?
POR Pablo Erce*
Son muchos los visitantes o residentes temporales de la imponente fortaleza de los Dávila que se marchan persuadidos de un hecho bastante extraño o por lo menos chocante: la existencia en plena fachada del castillo - palacio de unos símbolos o emblemas de la Francmasonería, grabados en la piedra.
Estos se hallarían concretamente en uno de los escudos de armas incrustados en la torre de la izquierda, junto al balcón, que ostenta en la mitad las armas de los Dávila, los famosos siete roeles o medias esferas, mientras que en la otra mitad se aprecian las figuras del mallete y el compás de la Orden Masónica, no enlazados ni sobrepuestos sino separados. Al menos, eso dicen buen número de personas de dentro y fuera de la casa. Y de ahí y perderse en lucubraciones sobre quienes de los poseedores del castillo hubieran pertenecido a la mencionada institución no hay más que un paso, que la imaginación hace muy corto.
Esta interpretación es sencillamente absurda. Ningún noble haría colocar entre las figuras heráldicas de su linaje otra cosa que no fuese su enlace o fusión con otro linaje, y mucho menos su presunta pertenencia a ninguna orden o asociación de la clase que fuese. Por ello la versión popular del masonismo del famoso escudo no se tiene en pie. Lo que hay y se ve en el de Magalia es sencillamente la fusión de dos familias o estirpes nobiliarias. Pero, ¿cual es la que acompaña a las armas tradicionales de los Marqueses de Las Navas? Para desvelar la incógnita debemos desplazarnos al lugar donde realmente se halla la clave del enigma: el convento abulense de Mosén Rubí.
Si habéis visitado tan hermoso monumento del siglo XVI, en el que coinciden los estilos gótico tardío y renacimiento, habréis notado que allí los mismos símbolos "masónicos" que hay en Magalia se ven por todas partes, tanto en el exterior como en el interior. Sobre ellos han corrido ríos de tinta. Y, sin embargo, la cosa está clara: en ningún caso se trata de marcas o contraseñas de albañiles y canteros - tan abundantes en Castilla -, sino de algo de mayor entidad, pues son la expresión clara de un linaje que tuvo mucho que ver con la construcción del templo. Por eso aparecen en escudos sobre las vidrieras, las paredes, las sillerías, las cornisas, etc. Pero ¿cual era esta familia? Sencillamente, la de los Bracamonte, linaje procedente de Francia que se estableció en Castilla en el siglo XIV, reinando D. Enrique II de Trastamara. Veamos ahora por qué sus armas aparecen en la capilla de Ávila con tanta profusión.
Los fundadores del templo fueron las dos personas cuyo sepulcro ocupa el centro de la construcción, Doña María de Herrera, señora de Velada y Colilla, y su esposo, D. Andrés Vázquez Dávila. Estos piadosos señores, no habiendo tenido descendencia, encomendaron a su sobrino Mosén Rubí de Bracamonte que se ocupara de concluir su fundación y el sepulcro de alabastro en el que descansan sus restos. Así lo recuerda la inscripción que figura sobre este monumento. Como los Bracamonte estaban íntimamente emparentados con los donantes, Mosén rubí no sólo cumplió el encargo de éstos sino que por doquier hizo colocar las armas de su propia familia.
Ahora solo queda por explicar el motivo por el que los mismos blasones bracamonteses se hallan en Magalia. Y éste no fue otro que el matrimonio de Doña Ana de Dávila y Córdoba, hija de los primeros marqueses de Las Navas, con D. Juan de Bracamonte y Guzmán, quinto señor de Peñaranda y de Bóveda, bendecido con seis hijos. Los jóvenes esposos habitaron probablemente en el castillo y por ello se colocó el escudo con sus blasones respectivos, mitad por mitad, como suele hacerse en estos casos. Por cierto que las armas de los señores de Peñaranda (de Bracamonte) están allí simplificadas, pues les falta una greca alrededor con ocho áncoras de plata, que recuerda cómo Monsieur Rubin de Braquemont, cuando vino a quedarse en España hacia 1350 era almirante mayor de la armada francesa.
Y como breve explicación del sentido particular de los supuestos emblemas masónicos, diremos que las figuras labradas sobre el granito del escudo no representan un mallete y un compás (o una escuadra, según se mire), sino sendas máquinas de guerra, a saber: un chevreau o cherró, llamado así a la francesa, o un mazo y una cabria, a la española, ésta relativa a las espuelas y a los ingenios para levantar pesos, hacer fortificaciones, etc., que en los escudos más ilustrados de tan renombrada familia se ven en negro (o sable) sobre fondo de plata.
Pablo Erce, Funcionario de la Administración del Estado, es profesor de Idiomas y colaborador de RNE.
Autor de novelas cortas y cuentos,
tiene en su haber más de 40 obras de teatro.
Su primer libro, agotado, fue una biografía de Rembrand.
(*)Nota de la revista:
En la novela El Siglo de las Luces del gran escritor cubano Alejo Carpentier se puede leer: "...al exilado español, buhonero de día, orador después del crepúsculo, para quien la masonería estaba activa en Ávila en el siglo XVI, según testimoniaban ciertas figuraciones de compases, escuadras y malletes hallados recientemente -según él- en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, edificada por el alarife judío Mosé Rubí de Braquemonte"
sumarios:
"Son muchos los visitantes
que se marchan persuadidos de la existencia de unos símbolos o emblemas de la Francmasonería"
"En la torre de la izquierda,
junto al balcón, en una mitad
las armas de los Dávila, y en la otra mitad las figuras del mallete y el compás de la Orden Masónica"
"Lo que hay y se ve en el de Magalia es sencillamente la fusión de dos familias o estirpes nobiliarias"
"Para desvelar la incógnita del titulo debemos desplazarnos al lugar donde realmente se halla la clave del enigma: el convento abulense de Mosén Rubí"(*)
PAGINAS X y XI DE LA 'FONTANA SONORA', SUPLEMENTO DE 'CAMINAR CONOCIENDO'
POR Pablo Erce*
Son muchos los visitantes o residentes temporales de la imponente fortaleza de los Dávila que se marchan persuadidos de un hecho bastante extraño o por lo menos chocante: la existencia en plena fachada del castillo - palacio de unos símbolos o emblemas de la Francmasonería, grabados en la piedra.
Estos se hallarían concretamente en uno de los escudos de armas incrustados en la torre de la izquierda, junto al balcón, que ostenta en la mitad las armas de los Dávila, los famosos siete roeles o medias esferas, mientras que en la otra mitad se aprecian las figuras del mallete y el compás de la Orden Masónica, no enlazados ni sobrepuestos sino separados. Al menos, eso dicen buen número de personas de dentro y fuera de la casa. Y de ahí y perderse en lucubraciones sobre quienes de los poseedores del castillo hubieran pertenecido a la mencionada institución no hay más que un paso, que la imaginación hace muy corto.
Esta interpretación es sencillamente absurda. Ningún noble haría colocar entre las figuras heráldicas de su linaje otra cosa que no fuese su enlace o fusión con otro linaje, y mucho menos su presunta pertenencia a ninguna orden o asociación de la clase que fuese. Por ello la versión popular del masonismo del famoso escudo no se tiene en pie. Lo que hay y se ve en el de Magalia es sencillamente la fusión de dos familias o estirpes nobiliarias. Pero, ¿cual es la que acompaña a las armas tradicionales de los Marqueses de Las Navas? Para desvelar la incógnita debemos desplazarnos al lugar donde realmente se halla la clave del enigma: el convento abulense de Mosén Rubí.
Si habéis visitado tan hermoso monumento del siglo XVI, en el que coinciden los estilos gótico tardío y renacimiento, habréis notado que allí los mismos símbolos "masónicos" que hay en Magalia se ven por todas partes, tanto en el exterior como en el interior. Sobre ellos han corrido ríos de tinta. Y, sin embargo, la cosa está clara: en ningún caso se trata de marcas o contraseñas de albañiles y canteros - tan abundantes en Castilla -, sino de algo de mayor entidad, pues son la expresión clara de un linaje que tuvo mucho que ver con la construcción del templo. Por eso aparecen en escudos sobre las vidrieras, las paredes, las sillerías, las cornisas, etc. Pero ¿cual era esta familia? Sencillamente, la de los Bracamonte, linaje procedente de Francia que se estableció en Castilla en el siglo XIV, reinando D. Enrique II de Trastamara. Veamos ahora por qué sus armas aparecen en la capilla de Ávila con tanta profusión.
Los fundadores del templo fueron las dos personas cuyo sepulcro ocupa el centro de la construcción, Doña María de Herrera, señora de Velada y Colilla, y su esposo, D. Andrés Vázquez Dávila. Estos piadosos señores, no habiendo tenido descendencia, encomendaron a su sobrino Mosén Rubí de Bracamonte que se ocupara de concluir su fundación y el sepulcro de alabastro en el que descansan sus restos. Así lo recuerda la inscripción que figura sobre este monumento. Como los Bracamonte estaban íntimamente emparentados con los donantes, Mosén rubí no sólo cumplió el encargo de éstos sino que por doquier hizo colocar las armas de su propia familia.
Ahora solo queda por explicar el motivo por el que los mismos blasones bracamonteses se hallan en Magalia. Y éste no fue otro que el matrimonio de Doña Ana de Dávila y Córdoba, hija de los primeros marqueses de Las Navas, con D. Juan de Bracamonte y Guzmán, quinto señor de Peñaranda y de Bóveda, bendecido con seis hijos. Los jóvenes esposos habitaron probablemente en el castillo y por ello se colocó el escudo con sus blasones respectivos, mitad por mitad, como suele hacerse en estos casos. Por cierto que las armas de los señores de Peñaranda (de Bracamonte) están allí simplificadas, pues les falta una greca alrededor con ocho áncoras de plata, que recuerda cómo Monsieur Rubin de Braquemont, cuando vino a quedarse en España hacia 1350 era almirante mayor de la armada francesa.
Y como breve explicación del sentido particular de los supuestos emblemas masónicos, diremos que las figuras labradas sobre el granito del escudo no representan un mallete y un compás (o una escuadra, según se mire), sino sendas máquinas de guerra, a saber: un chevreau o cherró, llamado así a la francesa, o un mazo y una cabria, a la española, ésta relativa a las espuelas y a los ingenios para levantar pesos, hacer fortificaciones, etc., que en los escudos más ilustrados de tan renombrada familia se ven en negro (o sable) sobre fondo de plata.
Pablo Erce, Funcionario de la Administración del Estado, es profesor de Idiomas y colaborador de RNE.
Autor de novelas cortas y cuentos,
tiene en su haber más de 40 obras de teatro.
Su primer libro, agotado, fue una biografía de Rembrand.
(*)Nota de la revista:
En la novela El Siglo de las Luces del gran escritor cubano Alejo Carpentier se puede leer: "...al exilado español, buhonero de día, orador después del crepúsculo, para quien la masonería estaba activa en Ávila en el siglo XVI, según testimoniaban ciertas figuraciones de compases, escuadras y malletes hallados recientemente -según él- en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, edificada por el alarife judío Mosé Rubí de Braquemonte"
sumarios:
"Son muchos los visitantes
que se marchan persuadidos de la existencia de unos símbolos o emblemas de la Francmasonería"
"En la torre de la izquierda,
junto al balcón, en una mitad
las armas de los Dávila, y en la otra mitad las figuras del mallete y el compás de la Orden Masónica"
"Lo que hay y se ve en el de Magalia es sencillamente la fusión de dos familias o estirpes nobiliarias"
"Para desvelar la incógnita del titulo debemos desplazarnos al lugar donde realmente se halla la clave del enigma: el convento abulense de Mosén Rubí"(*)
PAGINAS X y XI DE LA 'FONTANA SONORA', SUPLEMENTO DE 'CAMINAR CONOCIENDO'
No hay comentarios:
Publicar un comentario