sábado, 14 de noviembre de 2009

José Mª Amigo Zamorano: La prodigiosa memoria de D. Eusebio García Luengo


Ahora que queremos escribir sobre las charlas que mantuvimos con D. Eusebio García Luengo, nos encontramos con un obstáculo practicamente insalvable: nuestra nuestra memoria es chiquita y no tomamos apuntes. Es verdad que alguna vez lo pensamos, pero como no teníamos la costumbre de hacer un diario lo dejábamos para el día siguiente y al final... Y si, nos ponemos de una mala hostia... inutilmente.
Sobre esto de la memoria, de la nuestra, lo único que podemos es compararla con la de él, con la de D. Eusebio García Luengo y... y nuestra autoestima de desmorona, se nos cae al suelo, se desparrama y se hunde en el polvo, miserablemente. ¡Qué desgracia! ¡La nuestra!
De esta constatación de la prodigiosa memoria del escritor de Puebla de Alcocer guardamos algunos recuerdos. Decía él que no era más que una memoria cordial. Solo eso. Pero... ¡santo dios!... ¡qué memoriosa cordialidad!...

Dos ejemplos:

1) Un día, estando sentados con él en la terraza del bar Pinar (cómo no); terraza que, hay que decirlo, no era mas que la acera de la calle Principal donde colocaban las mesas para tomar los refrigerios; allí nos encontrábamos charlando (en realidad hablaba él solo, nosotros escuchábamos) cuando se acercó una pareja de jóvenes que lo saludaron:

-¿Qué tal D. Eusebio? -dijo uno- ¿No me conoce? No se acuerda de mi? Hablé con usted...

-¡Pero, hombre, no me voy a acordar! Le recuerdo perfectamente. Usted es Félix Rosado, el periodista. Si nos presentó, aquí mismo, hace dos años, D. José Mª Amigo que está ahora conmigo. Es mas, a usted le acompañaba un amigo que era profesor de ciencias y...

¡Se acordaba de un saludo breve, casi fugaz, de hacía dos años! ¡Joder! ¡Perdón! ¡Con más de ochenta años!

2) Y esta segunda muestra de su excelente memoria la hemos contado multitud de veces. Bueno, pues como él mismo se expresaba, la contaremos otra vez: cierto día le hablamos de un libro que había en la Biblioteca Pública Municipal de Las Navas del Marqués titulado 'El compromiso de la novela en la II República' -si la memoria no nos engaña- de un profesor universitario, extremeño como don Eusebio y cuyo nombre hemos olvidado (este olvido para él era un pecado que achacaba a la vejez y le enfurecía) y en cuyas páginas era citado nuestro amigo muy a menudo.

-¡Ah, si! Pues traételo y me lees algo.

Cuando se lo llevamos nos pidió, como no veía para leer, que le leyéramos la bibliografía.

-Tiene dos bibliografías: de obras y de artículos.

-¡Vaya! Si que es serio el libro. Pues... lee el de artículos.

Leimos uno a uno los casi... ¿doscientos autores?... No recordamos... pero muchos.
Excepto a dos o tres los conocía a todos. Eso si, no a todos había tratado.

(Tal memoria nos hizo recordar a los griots africanos quienes en su cabeza tienen hechos que se remontan a siglos y cuando muere alguno, sin haberlo tratado, sin haber recogido todo su saber, o parte de él, es lamentado por todos diciendo que es como si se quemara una biblioteca. Seguro que de D. Eusebio nadie habrá lamentado su muerte en cuanto a lo que guardaba en su memoria, pero creemos que habría sido de mucha utilidad para numerosos estudiosos investigadores)

Y para mostrar ese conocimiento recordamos dos casos: uno, de los primeros que leimos y el otro, de los últimos.
Del primero dijo:

-Si, lo conocí. No lo traté. Escribía en el diario 'La Tarde' que, como su rótulo indica, salía por la tarde en Madrid.

Nosotros constatamos que en la bibliografía ponía: 'La Tarde', día tal de mil novecientos tantos. Y, si no desvariamos, creemos recordar que nos lo describió físicamente, incluso el lugar de nacimiento y la profesión de su padre. Solía decir que le gustaba conocer todo todo de la persona. Añadiendo siempre:

-Y si fuera posible hasta la madre que lo parió.

Del otro autor que, como ya hemos dicho, estaba al final de la lista, nos acordamos de su apellido, Urales, dijo lo siguiente, mas o menos:

-¡Ah, Urales! Hacía mucho que no lo oía citar. Este era el padre de Federica Montseny Mañé quien, como sabrás, fue ministra anarquista de la II República en el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social. Urales no se llamaba así sino Juan Montseny. Era un pseúdonimo. Escogía nombres así porque era aficionado a la naturaleza. Pero... mira... hacia años que no lo oía nombrar...

Este suceso ocurría cuando el escritor tenía cerca de noventa. No está mal.

viernes, 13 de noviembre de 2009

William Boyd: ¿Barniz Cristiano? (*)

William Boyd: el barniz cristiano de los negros (*)

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"Inútil le había resultado recurrir al cristianismo de los criados (eran todos cristianos, no era ésta ninguna fortaleza del paganismo), mas sus reposados y gentiles comentarios al reglamento tribal (el recurso necesario al hechicero, el obligado rito, el sacrificio forzoso de una cabra) no hicieron mas que confirmar lo que Morgan había intuido siempre: que se podían quitar, en cualquier momento, de su cristianismo como de un par de zapatillas."
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William Boyd en 'A good man in Africa' (Un hombre bueno en Africa)

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(*) título añadido por nosotros

lunes, 2 de noviembre de 2009

Goethe: Asombro de chicos y micos (*)

Wagner:

¡Ay! Cuando se pasa uno la vida encerrado en su museo y apenas si ve el mundo un día de fiesta, y aun así y todo por unos anteojos, desde lejos, ¿cómo puede uno conducirlo bien mediante la persuasión?

Fausto:

Si no lo sentís en vosotros mismos, no podréis partearlo; si no os brota del alma y con facilidad de fuerza primaria, rinde los corazones de todos los oyentes. Pero os estáis muy sentados. Pagáis unas cosas con otras, ponéis al fuego un guiso trasnochado y sopláis sobre las mortecinas ascuas de vuestro rescoldo. Asombro de chicos y micos cuando luego no sabe mal del todo... Pero jamás crearéis corazón para corazones si del corazón no os sale a vosotros.

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Goethe, en 'Fausto'; Acto Único, Escena Primera, Primera Parte

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(*) El título es nuestro

miércoles, 28 de octubre de 2009

Edgar Lee Masters: La Colina del Cementerio

Edgar Lee Masters: La Colina del Cementerio

*

¿Dónde están Elmer, Herman, Bert, Tom y Charley,
el débil de voluntad, el brazo fuerte, el clown, el ebrio, el peleador?
Todos, todos, están durmiendo en la colina.
-
Uno se fue de fiebre,
uno se quemó en la mina,
uno fue muerto en un molote,
uno murió en la cárcel,
uno cayó del puente donde trabajaba para los chicos y la mujer.
Todos, todos están durmiendo, durmiendo, durmiendo en la colina.
-
¿Dónde están Ella, Kate, Mag, Lizzie y Edith,
la tierno corazón, la alma sencilla, la bulliciosa, la altiva, la feliz?
Todas, todas, están durmiendo en la colina.
-
Una murió de parto vergonzoso,
una por un amor desventurado,
una en manos de un bestia en un burdel,
una de orgullo destrozado, persiguiendo el deseo del corazón,
una después de su vida en el lejano Londres y París,
fue traída a su estrecho lote por Ella y Kate y Mag.
Todas, todas están durmiendo, durmiendo, durmiendo en la colina.
-
¿Dónde están el tío Isaac y la tía Emily
y el viejo Towny Kinkaid y Sevigne Houghton
y el Mayor Walker que había hablado
con venerables hombres de la revolución?
Todos, todos, están durmiendo en la colina.
-
A ellos les trajeron hijos muertos de la guerra,
e hijas destrozadas por la vida
y a sus chiquillos huérfanos, llorando.
Todos, todos están durmiendo, durmiendo, durmiendo en la colina.
-
¿Dónde está el viejo violinista Jones,
quien jugó con la vida todos sus noventa años,
desafiando la helada con el pecho desnudo,
bebiendo, alborotando, sin pensar en mujer ni parientes,
ni oro, ni amor, ni cielo?
¡Vedlo! Charlando ahí sobre las fritangas de pescado de hace tiempo,
sobre las carreras de caballos de hace tiempo en la huerta de Clary,
sobre lo que Lincoln decía
una vez en Springfield.
*
Traducción de José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal
*
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(De 'Poesía Libre. Año IV, nº 10, enero de 1984. Revista de Poesía. Ministerio de Cultura, Managua (Nicaragua)
*
Responsable: Julio Valle-Castillo
*
Consejo Editorial:
Carlos Calero (Monimbó); Juan Ramón Falcón (Condega); Marvin Ríos (Niquinohomo); Cony Pacheco (Subtiava); Gonzalo Martínez (Bluefields); Gerardo Gadea (Ejército Popular Sandinista)

miércoles, 21 de octubre de 2009

Gure berriak: Pablo Antoñana


Gure berriak: Pablo Antoñana


El 26 de agosto a los 81 años, fallecía el autor navarro nacido en Viana el 29 de octubre de 1927; precisamente en la casa que nació Navarro Villoslada y, también curioso, en la misma cama donde murió. Estudió Magisterio en Logroño y se licenció en Derecho en Zaragoza. A partir de 1952, hasta su jubilación, ejerció de secretario en los ayuntamientos de Sansol, El Busto y Desojo, en Lizarraldea. Sus primeras incursiones literarias se iniciaron en 1947 con cuentos en la prensa zaragozana. En 1959 ganó su primer premio con una novela corta, y a partir de entonces no dejó de publicar y recibir menciones y reconocimientos, incluido el premio Príncipe de Viana de la Cultura en 2006. Ha publicado libros en diversas editoriales y numerosos artículos en distintos periódicos y revistas. En Txalaparta publicó 'Miniaturas', una selección de textos aparecidos en Egin entre los años 1996 1999, que respondían a estados de ánimo recogidos en un momento que son ya historia: rabia, recuerdos, preguntas insolentes y resabios.
Rescatamos de ese libro dos pasajes, uno referido a la Boina y otro a la Muerte.
 
La Boina

"Pacífica y labriega en la cabeza de aldeano, la mía, ornato de porte fue, tocado con gracia, siempre distinta, hoy sujeta a desdén y aparte, no sé por qué, pero señorial y bella en la cabeza de gente que se fotografió en estudio junto a jarrón, estatua, paisaje ficticio de lago y floresta. Cuadraba bien. Cada boina era un rostro, cada boina un hombre, un mundo. Belicosa un tiempo y de color de sangre en las huetes de las dos guerras carlistas, nuestras a pesar nuestro, y también en la última, la del 36, también nuestra, también carlista y también a nuestro pesar..."
 
La Muerte


"... Yo, Antoñana, fruto de miles de Antoñanas de ese pueblecito de Álava, la vascongada, pululé errando sobre la haz de la tierra un millón de años y hoy soy su efímero resumen. La muerte no segó mi estirpe y en lo sucesivo quedaré derramado en quienes me sigan, por tanto vivo y ellos serán también yo. Procedo de la vida y a la vida regresaré en polvo y ceniza. La muerte cabo de tránsito, un alto en el viaje hacia la nada. Dejaré testimonio de huella fósil y lo demás comedia y devaneo que la conciencia del hombre urdió con su miedo, necia soberbia, pues la muerte, el morir, tanto se asemeja al sueño (John Donne) y su desenlace es reparación, paz y reposo, lejos ya la injusticia, el oprobio, la sinrazón, el ultraje, la desasistencia, la soledad. El protocolo, la ceremonia, ólo disparatada ficción. Los disfraces, los ritos, sobran cuando la muerte generosa llega a tiempo, redime y salva..."


(De 'Gure Liburuak, euskal kerriko irakuble kluba, de la Editorial Txalaparta, nº 23 Zka, página 3)
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lunes, 21 de septiembre de 2009

Poesía de África: Bantúes

Poesía de África: Bantúes

*


Voy a comprarme una vieja fea.
¿Por qué, no lo sabes?
Toda mujer bella es para el Rey,
y las feas jóvenes son para los Jefes.

*
 
(Tomado de 'Poesía Libre', número 14; revista de poesía; Ministerio de Cultura, Managua-Nicaragua; año V; marzo de 1985)

jueves, 23 de julio de 2009

Matsuo Basho: Matsushima

¡Ah, Matsushima!
¡Ah, Matsushima, ah!
¡Matsushima, ah!


*

Este poema atribuido al gran poeta japonés Basho, del siglo XVII, fue publicado en la revista Time (agosto 1, 1983) con la siguiente aclaración:

"Es un poema compuesto sólo de una palabra y una exclamación (como un suspiro) La palabra 'Matsushima' es el nombre de un archipiélago del norte del Japón. La exclamación se supone que son suspiros de admiración de varias personas (no de uno solo) que están contemplando el archipiélago. La belleza del mismo no se menciona en el poema porque se supone que ya se da por entendida".


*

Revista 'Poesía libre'. Ministerio de Cultura (Managua, Nicaragua) Año IV, número 10, enero de 1984

lunes, 29 de junio de 2009

José Mª Amigo Zamorano: ¡Que me quiten lo bailao!

La culebra que se va -dicen- cuenta con las hojas muertas
para disimular a sus crías de los peligros que los acechan.
Y tú, madre, ¿ con quién has contado para proteger
al hijo que tanto te quería de la crueldad del mundo?


¡Ay, amigo zamorano, tu único bastón de apoyo se quebró!
Cuando necesites de un sostén recurrirás a tus hermanos
y cerrarán sus oídos al golpeteo del picaporte en sus puertas.
Solo Ku tendrá sus sentidos alertas y te franqueará el paso.
Entonces, eh, ¿la verás? ¿volverás a ver la que está muerta?


Lo cierto es que ya no tendrás jardinera que cuide las flores,
ni compañera que vaya paseando contigo camino del mercado,
ni maestra particular que te tome las lecciones de la escuela,
ni indagadora que pregunte ansiosa por cuestiones de la vida,
e irás solo tu al pilón para darle de beber agua a los ganados.


¡Oh Ku! ¡Oh muerte! ¡Oh Ku! ¡Oh muerte! ¡Oh Ku! ¡Oh muerte!

La serpiente que se va -pregonan- cuenta con las hojas muertas
para disimular a sus crías de todos los peligros que los acechan.
Tu cuentas con tus hijos y tus años para cuando te sorprenda Ku.
No cuentes contigo, no, porque la muerte no previene a nadie.
Si tienes bienes, aunque sean pocos, ¿porque no los usas, pues?


Contestame, ¿donde estás ahora no es, en realidad, una granja,
antesala de la muerte, con provisiones para una buena vida?
Aunque no respondas sabemos que es eso: un primer paso
preparatorio para el momento azaroso de penetrar en el Vacío,
lugar colmado de recuerdos tristes o placenteros de los vivos.
La Nada, El Vacío es la cama, el país, la morada de los idos.
Único y mismo para todos. Allí el Bien y el Mal son pagados.


¡Padres! ¡Cerradle la puerta de esa casa! ¡Esperadle aun!
Y tu, Ku, no abras la puerta porque no está aun preparado.
¡El país de los idos! ¡La Nada! ¡El Vacío!, ¿cómo es ese lugar?...
Lo ignora. Ni su padre ni su madre han vuelto para contárselo.
Ante la pregunta sobre esa morada de nombre Vacío o Nada
las gentes se resisten a abandonar sin mas esta granja terrenal
y lloran desconsoladamente por los seres queridos que se van.


Y tu, recogidos todos los llantos y todas las lágrimas del orbe,
pones la botella de vino en la mesa ante tu humana pesadumbre,
la miras y, tras pensar un poco, alargas la mano aprisionándola,
luego acercas la boca de esa botella a tus labios temblorosos
ys musitando alegremente ante una desaparición inevitable
recuerda algunas rubayatas del vate persa Omar Khayyam.


-Hijos, la serpiente cuenta -me dicen- con muchas hojas muertas.

Mas yo, con un grito alegre de ebriedad: ¡Que me quiten lo bailao!

*

(Texto compuesto a partir del poema anónimo africano número 91 titulado 'Oda a la muerte', páginas 144-145 del tomo I de la antología de Rogelio Martínez Furé 'Poesía Anónima Africana')
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(*) Ku: la Muerte

viernes, 19 de junio de 2009

José Mª Amigo Zamorano: Autobiografía libresca de José Segovia

Título: Anochece y aun no he leído todos los libros
Autor: José Segovia
Editorial: Europa Viva
Año: 2008

Lo mismo que al albañil, por ejemplo, lo van determinando los elementos que caracterizan su trabajo: el frío, el calor, el cemento, los ladrillos... las casas que hace; al campesino lo va curtiendo la tiera; al camarero, al mecánico, al oficinista... los factores de su currelo. A otros los moldean los libros que leen. Es el caso de José Segovia, Pepe para los amigos.

Cuando se presentó el último libro de Urbano Blanco Cea -del que ya escribimos algo en la página web 'elnaviero'- se nos anunció, a los presentes en el acto, que pronto lo harían en Las Navas del Marqués otros libros escritos por naveros y naveras: el del susodicho José Segovia y el de Ángela Segovia que aunque se apelliden igual creemos que no son parientes. Por cierto, el de Ángela se hace mañana, sábado, a las 8 de la tarde en el local que tiene la Caja de Ahorros de Avila al lado del Castillo de Magalia.

Sin embargo el de José Segovia se hizo en este mismo local hace unas semanas. Se titula 'Anochece y aun no he leido todos los libros', editorial Europa Viva, 2008. En él hay numerosímas citas sobre Las Navas pueblo al que califica de 'paraiso perdido'. Aquí pasó buenas temporadas, comió moras de las zarzas, cazó víboras y pájaros, descubrió la libertad, los toros, la soledad, vio películas en los cines Sanvy y Matute, aquí recuerda un tío suyo tumbado en un sofá padeciendo de alguna enfermedad. Era hermano de su padre. Falangista perseguido...

Pero no trata de eso el libro.

Su tío falangista como su padre; progenitor al que hirieron en la batalla del Ebro. Bala que le entró cerca de un ojo y le salió limpiamente por detrás de la cabeza. Afortunadamente no le afectó el cerebro de milagro. Aunque si le dejó secuelas. Por eso le dieron una medalla. Condecoración, dice José Segovia irónicamente, que también recibió el 'golpista' Milans del Bosch (si no se escribe así que nos perdonen) por herirse levemente tropezando al salir de un coche.

Aunque no trata de eso el libro.

José Segovia nos dice que todo eso de su familia le influyó. Como le influyeron los maristas, donde estudiara bachilerato, que no salen muy bien parados de su análisis; como le marcó su afliación a la Acción Católica hasta el extremo de encauzar su vocación hacia el sacerdocio católico, apostólico y romano. Pero, ¡ay!, se le cruzó como a Fray Gerundio de Campazas una moza y... ahorcó su intención curil. Ese quiebro en su vida llega a su compromiso militante contra el franquismo metiéndose el PSOE. A próposito de esta militancia recuerda la frase de su madre:

-¡Ay, hijo!, te has unido a esos que nos quitaron los colchones en Las Navas.

O el saludo de un tío suyo, muy de derechas, cuando fue a dar un mitin a Las Navas del Marqués:

-¿Qué hace aquí este soplapollas?

En el libro nos transmite cómo trabaja en la organización del Partido Socialista en Ávila, cómo participa en las campañas electorales o cómo arriba al Ministerio de Educación del gobierno de Felipe Gonzalez como Director General de Enseñanzas Medias; o cómo practica el baloncesto bajo las órdenes del que fuera selecionador nacional, si mal no recordamos un tal Diaz Miguel, o algo así; y por no esconder no esconde ni su afición por los toros, ni su admiración por el Real Madrid...

Pero, repetimos, no trata de eso el libro.

En realidad nos da una visión de si mismo a traves de los libros que le han marcado. Se precia de tener cerca de 13.000.Su lectura, la lectura de 'Anochece y aun no he leído todos los libros' de José Segovia para nosotros es, como decía José Bergamín, el recuerdo de 'un momento histórico' transformado en 'instante eterno'.

Casi nos parece mentira que D. José Segovia Pérez no se haya leído todos los libros. Y no lo decimos por decir. Y si no lean lo que les ponemos como punto final, un poco largo, de esta reseña.

En el libro se citan numerosos títulos y autores: El camino de Delibes, Baudolino de Umberto Eco, Mi familia y otros animales de Durrell, Alicia a través del espejo de Carrol, Tiempos de silencio de Martín Santos, Metafísica de Aristóteles, La biblioteca de noche de Manguel, Historia de los heterodoxos españoles de Menéndez Pelayo, El choque de civilizaciones de Huttington, Tratado sobre la tolerancia de Voltaire, Nadar contra corriente. Julian Besteiro de Patricio de Blas, La hora 25 de Gheorghiu, Cien años de soledad de García Marquez, Una historia de amor y oscuridad de Amos Oz, Memorias de Adriano de Yourcenar, El cartero de Pablo Neruda de Skarmeta, Equipaje de arena de Langtus, Aurora roja y muchas más obras de Baroja, Paideia de Jaegger, Los filósofos presocráticos de kirk y Raben, La filosofía en la Edad Media de Gillon, La filosofía de la Ilustración y Problema del conocimiento de Casirer, La Viena de Wittgentein de Jarrik y Tolmin... obras de Galileo, Newton, Kepler, Copérnico, Hawking... libros de sociología de la ciencia de Merton, Feyerband, Latona... o de Browne, Bacon, Bachelar, Woolgar... y muchos más como Nagel, Popper, Hempel, Bunge, Needham, Russell, Buterfield, Hell... solo en las primeras 39 páginas.

Y no se engañe nadie, no. No es ningún ladrillo. Puede que haya que tener una cierta cultura para saborearlo, pero está escrito con ritmo, con agilidad, con soltura. Dos únicas pegas que le ponemos: que apenas cita los últimos asesinatos del franquismo de septiembre de 1975; cosa que no entendemos del todo en un hombre de pensamiento tan radical, puesto que el FRAP organización a la que pertenecían tres de los cinco asesinados era dirigido por una gran socialista, por Álvarez del Vayo; y un anticomunismo con tintes de sectarios.

No vamos recomendar que se lea. Pasamos ya de eso. Allá cada uno. Es su libertad y con su pan se lo coma. Pero eso que se pierde por no leerlo.

jueves, 30 de abril de 2009

José Mª Amigo Zamorano: La asnidad del padre Casimiro

Acabamos de releer dos obras de Camilo Castelo Branco: 'Novela de un hombre rico' y 'María de la Fuente'. De la primera, romántica, poco tenemos que decir: mucho amor, mucho llanto, mucha desgracia. El destino que lleva a los personajes, con poca felicidad, hasta la muerte. Como a casi todos nosotros.

Pero no es de esta obra de la quisiéramos hacer algún comentario un poco más extenso, sino de la otra, de 'María de la Fuente'.

Ya la primera vez que la leímos nos interesó más, mucho más, que la 'Novela de un hombre rico'.

'María de la Fuente', tiene el atractivo, para nosotros, de tratar de la historia de Portugal, de la que no conocemos, prácticamente, nada (los pueblos español y portugués han vivido de espaldas aun estando juntos); está escrita con un lenguaje chispeante, libre, desprejuiciado, cáustico, con las creencias irracionales, con los dogmas religiosos; nos atrajo su irreverencia, en el mejor sentido de la palabra, con los poderes establecidos, Iglesia y Monarquía, sobre todo la absoluta; además, nos gustan los anticlericales, qué le vamos a hacer, y él lo es; nombraba a algunos autores, como Oliveira Martins, Almeida Garret o Guerra Junqueiro que nos resultaban conocidos por habérselos visto citar a Unamuno; nos regocijaba su ironía, a veces burla, cuando no sarcasmo, hacia dos personajes de la llamada Revuelta del Miño, allá por 1846: María de la Fuente y el padre Casimiro José Vieira. Personajes que no salen muy bien parados, ambos.

Si bien, la flecha se dirige principalmente, aunque se titule 'María de la Fuente', hacia el padre Casimiro.

De él extrae los datos para transmitirnos una imagen de esta maría portuguesa. Pero contrastados con algunos historiadores: borracha, lujuriosa, mal hablada, hombruna, meapilas, ignorante... Nada épica. Y el tono, dicho por el autor, 'desenvuelto, cómico-heroico'.

Finalizando de esta manera la primera parte: 'yo no he querido deslucir el valor del pueblo del 46, pero pretendo cribar en el tamiz del harnero histórico a María de la Fuente, que los progresistas llaman su madre y los republicanos su abuela'.

La segunda parte de la obra está dedicada al citado padre Casimiro, del que hemos encontrado en la red esta referencia en portugués:

'Sacerdote minhoto, nascido em 1817 e falecido em 1895, que foi um dos líderes das guerrilhas da Maria da Fonte. Publicou um relato das suas actividades guerreiras à frente de um grupo de camponeses, sob o título Apontamentos para a História da Revolução do Minho em 1846 ou da Maria da Fonte (1883). Esta obra é considerada um documento histórico importante para o estudo daquela revolta.'

Como ya hemos dicho, no lo corona de gloria precisamente. Es una crítica feroz que se resume en estas palabras que Camilo Castelo Branco pone al final del libro:

'Estoy cansado, lleno de tedio, y con el alma angustiada por haber prostituido su atención en ciento veinte páginas teológicas de esta clase. Pero, hoy en día, que el fastidio en la literatura resiste el perfil de Zola, el libro que se lee con paciencia es tan raro como los brillantes negros. En esas ciento veinte páginas, se siente la delicuescencia del cerebro, se jadea en el pútrido aire de los viejos detritos; se agoniza por falta de aire, en ese laberinto de necedades. Hay ahí páginas de cruenta ignorancia y osadía, tan absurdas en un hombre nacido en este siglo, que al terminar la lectura, me abruma la tristeza de quien sale de un manicomio y ha oido declamaciones místicas mezcladas con injurias.'

Para a continuación ser un poco misericordioso con el padre Casimiro:

'Hago, sin embargo, constar que esta censura no deslustra la honradez ni la moral del padre Casimiro José Vieira. Dice Castillo: "¿Se escribe mal o bien, se tiene o no buen seso? / ¿Qué tiene esto que ver con su integridad?/ Puede un hombre ser santo y estar lleno lleno de asnidad."

Hemos llenado este comentario de citas como hace Castelo Branco con 'María de la Fuente' (*).

__________
(*) Si alguno tuviere interés en esta obra (puede que la edición que les cito se inencontrable) sepa que fue publicada en 1955 por Aguilar, S.A. de Ediciones, en la colección Crisol, número 392 y traducida del portugués por Inocencia y Mercedes R. Mellado.


viernes, 23 de enero de 2009

José Mª Amigo Zamorano: Muchas ignorancias en torno al 'Cantar de las dos Torres'

Pintada
atea
de una pared de
Las Navas del Marqués (Ávila)
donde pasa temporadas
el escritor
Agustín García Calvo
(1)

"La Fe de los hombres hijos de muerte" que a veces -así comienza García Calvo ¿su? 'Cantar de las dos Torres'- "alzaba a los cielos altivas torres" y otras veces "las arrumbaba (sic) por tierra", "siendo una y misma la Fe", "a fin de ser diferentes, partido tienen al mundo en harturas y escaseces".

Pues bien, esa Fe llevó a oficiales y jeques del mundo de las escaseces a reunirse en una tienda "en la linde del yermo de los Edenes"; y a magnates, ministrantes y generales del mundo de las harturas a congregarse, "allende el vasto Océano", en el "salón del Blanco Palacio".

Los unos, en la tienda, expones sus quejas declarando que, los otros, les beben el petróleo con sus capitales y los tratan como a perros; se reafirman, por consiguiente, en su decisión de guerrear asestando un duro golpe al enemigo, "tal que rechine con él y se tuerza el eje del mundo" impactando tres aviones contra el "Sumo Conglomerado"; y tras constatar que su Fe es firme y desechar algunas voces que piden prudencia ('debe también lo prudente tenerle al brazo a lo justo') se disuelven.

Los otros, como señores del Orbe, examinan la Economía del mundo, constatando en primer lugar el equilibrio del Mercado; para a continuación ver a los Bancos un poco resentidos; y, todo hay que decirlo, les preocupan los rebotes y sobresaltos en los "Petrolíferos Campos" por "caer en territorio duro y reacio a tomarse nuestros intereses como propios"; tras apartar la idea prudente de desmontar las bases de esa desafortunada operación, votan a favor de la guerra, para que "la masa ansiosa de acontecimientos" no "se revuelva a donde no debe" y así "desvíe su ira a buen fin" hinchándose "de gesta y temblor" "su desolado vacío"; "la guerra, además, es el medio que guarda la paz interna y el orden"; y tras probar que su Fe sigue incólume ('mañana será nuestro día y sus luces Dios nos otorgue') se levantaron de sus asientos.

Las decisiones están tomadas.

Aquí el poeta se da una pausa para describir la construcción de la torres. Luego viene el vuelo de los aviones de la muerte, siguiéndole la destrucción de ambas torres gemelas, pues, a despecho de alertas precoces, redes retromóviles y láseres vigilantes del Sumo Conglomerado (de su fatuidad y soberbia), consiguen llevar a cabo con éxito el ataque. ¿Logran los jefes del mundo de las escaseces torcer el eje del mundo? Pues no. Solo un ligero temblor. Alguna conmoción y silencio. Enseguida proclamaron los jefes del mundo de las harturas: 'Si dos torres cayeron, tres nuevas ahí se alzarán'. Para, a continuación, subrayar: 'invasión de justicia y guerra y posguerra'. Con lo que el poeta puede relatar con objetiva frialdad lo que queda del ataque: ruina, desolación... y el llanto incontenible de las viudas con que termina el cantar.

Divertimento para unos años. Y el mundo que sigue partido entre abundancias y escaseces.

Fin.

¿Qué podemos desprender de esta 'breve y tremebunda' epopeya? ¿Y, sobre todo, qué podemos extraer para no ser simples espectadores (como nos recomendara Aimé Césaire) de este cruel desaguisado que, a nuestra vista, está llevando a cabo la Fe de los hombres hijos de muerte?

Las preguntas nos vienen porque siendo el autor considerado, como lo es, por numerosas personas 'maestro' tendemos a pensar que con este 'Cantar de las dos Torres' nos quiere enseñar, o mostrar, algo el autor. ¿O acaso no es la misión de un maestro guiar, iluminar caminos, desbrozar senderos?... ¿No es un maestro como faro, o brújula, de ciegos interrogadores?... ¿No es esa su gera?... O por lo menos menos mover un debate a fin de... ¿O sin ningún fin?... ¿Por el puro placer de contrastar opiniones?... ¿Solamente por eso?... ¿La guerra contra la Fe es simple palabrería?... ¿O el maestro conduce a la Acción mediante el Pensamiento?... ¿Acción y Pensamiento, no van unidos como decía Marx (D. Carlos)?... ¿Es solamente un empacho de vocablos bien hilados por juego de oratoria?... Si el tiempo de choque tremendo es el de siempre, ¿para qué hablar de esto?...

Seguimos con las preguntas, insistimos en ellas, porque no conocemos realmente el pensamiento de D. Agustín. Nosotros no lo hemos seguido de continuo. No conocemos los entresijos. No hemos tenido ocasión de oírle en esas intervenciones en ateneos literarios y libertarios.

Por cierto, nos preguntamos, ¿qué proceso le llevó al pensamiento ácrata?... ¿tienen, en su planteamiento, algo ver los clásicos del pensamiento anarquista?... ¿O ha llegado sin ninguna influencia por su propia reflexión?... Y, ¿cómo son ahora esos lugares libertarios?... ¿quién acude?... ¿son obreros?... ¿qué clase de obreros?... ¿serán acaso como esos soladores, electricistas, forjadores, pulidores, que construían las torres?... ¿o acuden profesores, pequeños comerciantes, artesanos, autónomos, funcionarios?... Nos gustaría saber todo esto.

O por el contrario, ¿son acaso una 'masa municipal y espesa' anhelantes de acontecimientos guerreros y sangrientos de fuera de sus fronteras, como describía a los burgueses Goethe en Fausto, la que acude a sus charlas?... Suponemos que no, que son trabajadores los asistentes que acuden a sus charlas. Pero no lo sabemos y nos gustaría saberlo.

¿Qué les dice?... ¿qué puede decirle un profesor a esos trabajares manuales, a esos obreros explotados o parados?... ¿qué mundo les alumbra?... Repetimos, nos gustaría saberlo.

De lo que si estamos seguros... bueno, no... intuimos... que, para Agustín García Calvo, como para muchos, la irrupción violenta y rebelde (así parece) de una fuerza, que se dice musulmana, en el mundo, ha sido como un rayo en cielo sereno. O casi. Y es que los mahometanos dominaron, como un ciclón, el mundo de la parte en que vivimos. Y luego se fueron extinguiendo, debilitando, oscureciéndose, hasta desaparecer como fuerza de Fe predominante. Recordamos a los poetas sus preguntas acerca de ellos: 'Que fue de ....?'... '¿Qué fue de Balk... ? se preguntaba Omar Kayyhan. '¿Qué fue de tanto fulgor?', quizás quiso decir como Manrique. Preguntas acerca de esplendorosas realidades del pasado, como las Torres Gemelas. Relacionadas con monumentos erigidos por la Fe. Eran pasado. Y ahora el pasado retorna. Ya se habla de Al-Andalus. Por lo que serían lógicas las preguntas exclamadas casi como exabruptos: ¿de dónde coños vienen estos que estaban más que muertos?... Y, o no estaban tan muertos como parecían, o se los han inventado para que, así, la teoría del choque de civilizaciones, ideada por el Departamento de Estado USA, en boca de un profesor hace poco fallecido, resultara una realidad guerrera fuera del cerebro que la ideara. El maestro da por sentado en ¿su? Cantar de las dos Torres que hay dos fuerzas (nosotros, siguiendo a Marx que nos enseñara a dudar, lo dudamos). Y que una de ellas decidió y logró tumbar las torres. Sin embargo, pudiera ser que, desde el Sumo Conglomerado, saliera esa misma orden para, luego, achacarle, endosándosela, a aquellos 'reacios a tomarse nuestro interés como propio'. De ese modo, conscientes de la superioridad de sus armas, y cubriéndose de razones morales para su Fe, aplastar los pocos focos de resistencia que aun le quedaban. Ya hay ejemplos de esas monstruosidades.

Empero, como la historia así nos la han vendido, así la tomamos. Y de ella, tal como aparece en el 'Cantar de las dos Torres', sacamos algunas conclusiones no muy claras:

-Que poco se puede hacer por Arriba y mucho por Abajo.
-Que hay que hacer guerra a la Fe. Y Guerra a la Guerra.
-Que no queremos meternos nosotros en sus desafueros.
-Y, si, que con estas conclusiones, si estamos conformes.

(1) Foto tomada de la página web 'El Naviero'

miércoles, 21 de enero de 2009

José Mª Amigo Zamorano: ¿Agustín García Calvo? y... otras preguntas

Pintada en una ermita de
Las Navas del Marqués

donde pasa temporadas
el escritor zamorano


En la portada de una de sus últimas publicaciones, 'Cantar de las dos Torres', si no la última, Agustín García Calvo (D. Agustín) que algunos le dicen El Maestro, y con razón, porque maestro fue en institutos, academias y universidades y aún sigue ejerciendo su magisterio...; decimos que, en la portada, su nombre, como autor de este cantar, viene (como en otros libros suyos de poesías) entre signos interrogativos; tan notorios, además, que están trazados con su puño y letra, es decir: con su caligrafía particular.

¿Por qué lo hace?... ¿Qué quiere indicar con esos signos?... ¿No se considera autor del librito?... ¿No son suyos los diecisiete poemas?... ¿O qué?...

Veamos en este caso concreto: lo que narra no ha nacido mayormente de su imaginación, ya que, se dice en la contraportada, 'aprovecha el resonante derrumbe de las torres gemelas' de la imperial ciudad de Nueva York. De modo que, en puridad, son otros los que tendrían que apropiarse de ese escacharramiento, del amasijo de materiales y cadáveres, en que se convirtió la Fe de haber querido posesionarse del cielo, al tiempo que ponían barricadas a la trayectoria de los rayos del sol sobre los humanos, achicándolos sombriamente; y fueron otros los que, impulsados por la Fe, estrellaron 'tres aviones, tres de chatarra y de pedo de gas' contra esos elevados complejos arquitectónicos de la vanidad; no ha sido él, precisamente él, el inventor, el ideólogo, de tal hazaña; de su caletre no ha nacido semejante desbaratamiento; brotó, si, de la Fe contra la que guerrea; a ella, por lo tanto, y sólo a ella, hay que colgarle el mérito. No nos extraña que dude de su autoría.

Empero la interrogación ya tiene, en su misma sustancia, una cierta negación de... Por lo que no está bien expresado eso de poner 'duda'; no, no es duda, sino certeza lo que encierran esos dos signos interrogativos, lo que queda implícito en la pregunta: él ha escogido las palabras, ha hilado las frases, ha colocado el pentagrama y le ha puesto música a la epopeya: música 'risueña y tremebunda'. En resumen: ha querido dejar constancia literaria del colosal estropicio de la Fe que, en ocasiones, dicen, mueve montañas; y, en este caso concreto, desmorona torres que antes había levantado. Es como un notario que da fe de lo que aconteció, mas como, por otra parte, él es el que ordena los elementos de la trama y pone a su capricho otros que no estaban en el sangriento guión de los ideólogos del desaguisado, de ahí su titubeo, su autoría interrogativa, su no pero si.

Aunque, quizás, haya querido decir algo más, sobre las creaciones de obras literarias, con estos signos de interrogación con que encierra su nombre: ¿Agustín García Calvo?

Ya lo hemos dicho, lo repetimos: ordena los trozos del drama, y quita o añade otros, él escoge los vocablos, engarza las oraciones y elige el formato: la epopeya. Y, sin embargo, todo... o casi todo... (¡qué exageración por nuestra parte!)... le viene dado: tanto el hecho en si, como los tambores atronando, ya en Grecia se hacían cánticos parecidos; Homero los materializa en la Iliada y la Odisea; hasta las viudas de los aviadores Aixa, Fátima y Marien son sacadas del romance castellano y en el mismo orden se les hace aparecer en el 'Cantar de las dos Torres'.

Pero, ¿es Homero un creador personal o un ser colectivo?... ¿no estaba en el común de las gentes todas esas historias?... ¿no se contaba, así, con ese acento, al amor de la lumbre?... ¿no se ha trasmitido de generación en generación?... ¿no se lo narraban los padres a los hijos?... ¿es realmente Homero el autor?... ¿O quién?...

Y mas preguntas todavía: ¿no son los autores, que hoy firman, individualizándose sin recato, herederos de una riqueza que es del común?... ¿no se copian, en ocasiones, las ideas unos a otros?... ¿no se choricean (perdón por la palabreja) hasta versos enteros sin citar su origen?... ¿no lo hemos leído (sin que esto desdore su memoria) en cumbres poéticas tales como Lorca, Alberti y otros?...

Ya escribimos, en una anterior reseña sobre este mismo poemario, que el Conde de Volney, en su libro 'Las ruinas de Palmira', pone de relieve, para que se vea más nítido lo que es la Fe, cómo, antes de la batalla, los ejércitos le rezan a Dios para que les sea propicio en su guerra contra el enemigo. Involucran a Dios (ese fantasma) a fin de bendecir tal carnicería. Ambos creen. Tienen Fe. Agustín García Calvo (D. Agustín) quien guerrea contra esa Fe, como nosotros, seguro que conoce esa obra. Y la habrá leído. Sin duda. Y habrá más autores que hayan puesto de manifiesto esta contradicción de la Fe. Nosotros hablamos de lo que conocemos.

Esto no quita, en modo alguno, valor al 'Cantar de las dos Torres'. Es más, su interrogación de la portada incrementa su valía porque Agustín García Calvo, así, lo une, y se une, más, al Hombre Colectivo sin dejar por ello de ser un individuo creador.

Esto nos parece a nosotros, aunque, estamos seguros, dada la compleja personalidad del maestro, de que esta manera de presentarse al público tendrá otras motivaciones que habrá teorizado y expresado en multitud de ocasiones y en distintas tribunas desde donde se dirige a sus oyentes. Pero nosotros las desconocemos.

*

Y ya para terminar y en otro orden de ideas: en posterior escrito (si es que lo hacemos, que eso está por ver) trataremos de ver qué se nos desprende de él (del cantar de esas torres) en cuanto al modo y manera de guerrear contra la Fe que monta, como hemos podido ver, estos tinglados tan sangrientos.

Lo decimos porque se nos viene a la memoria aquello que escribiera Aimé Césaire, en su 'Cahier d'un retour au Pays Natal', impidiéndonos permanecer como mirones:

"Y sobre todo mi cuerpo y también mi alma, guardaos de cruzar los brazos en la actitud estéril del espectador, pues la vida no es un espectáculo, un mar de dolores no es un proscenio, un hombre que grita no es un oso que danza... '.

Pues eso, vamos a ver si el poema nos mueve a actuar en consecuencia.