miércoles, 28 de octubre de 2009

Edgar Lee Masters: La Colina del Cementerio

Edgar Lee Masters: La Colina del Cementerio

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¿Dónde están Elmer, Herman, Bert, Tom y Charley,
el débil de voluntad, el brazo fuerte, el clown, el ebrio, el peleador?
Todos, todos, están durmiendo en la colina.
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Uno se fue de fiebre,
uno se quemó en la mina,
uno fue muerto en un molote,
uno murió en la cárcel,
uno cayó del puente donde trabajaba para los chicos y la mujer.
Todos, todos están durmiendo, durmiendo, durmiendo en la colina.
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¿Dónde están Ella, Kate, Mag, Lizzie y Edith,
la tierno corazón, la alma sencilla, la bulliciosa, la altiva, la feliz?
Todas, todas, están durmiendo en la colina.
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Una murió de parto vergonzoso,
una por un amor desventurado,
una en manos de un bestia en un burdel,
una de orgullo destrozado, persiguiendo el deseo del corazón,
una después de su vida en el lejano Londres y París,
fue traída a su estrecho lote por Ella y Kate y Mag.
Todas, todas están durmiendo, durmiendo, durmiendo en la colina.
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¿Dónde están el tío Isaac y la tía Emily
y el viejo Towny Kinkaid y Sevigne Houghton
y el Mayor Walker que había hablado
con venerables hombres de la revolución?
Todos, todos, están durmiendo en la colina.
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A ellos les trajeron hijos muertos de la guerra,
e hijas destrozadas por la vida
y a sus chiquillos huérfanos, llorando.
Todos, todos están durmiendo, durmiendo, durmiendo en la colina.
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¿Dónde está el viejo violinista Jones,
quien jugó con la vida todos sus noventa años,
desafiando la helada con el pecho desnudo,
bebiendo, alborotando, sin pensar en mujer ni parientes,
ni oro, ni amor, ni cielo?
¡Vedlo! Charlando ahí sobre las fritangas de pescado de hace tiempo,
sobre las carreras de caballos de hace tiempo en la huerta de Clary,
sobre lo que Lincoln decía
una vez en Springfield.
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Traducción de José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal
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(De 'Poesía Libre. Año IV, nº 10, enero de 1984. Revista de Poesía. Ministerio de Cultura, Managua (Nicaragua)
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Responsable: Julio Valle-Castillo
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Consejo Editorial:
Carlos Calero (Monimbó); Juan Ramón Falcón (Condega); Marvin Ríos (Niquinohomo); Cony Pacheco (Subtiava); Gonzalo Martínez (Bluefields); Gerardo Gadea (Ejército Popular Sandinista)

miércoles, 21 de octubre de 2009

Gure berriak: Pablo Antoñana


Gure berriak: Pablo Antoñana


El 26 de agosto a los 81 años, fallecía el autor navarro nacido en Viana el 29 de octubre de 1927; precisamente en la casa que nació Navarro Villoslada y, también curioso, en la misma cama donde murió. Estudió Magisterio en Logroño y se licenció en Derecho en Zaragoza. A partir de 1952, hasta su jubilación, ejerció de secretario en los ayuntamientos de Sansol, El Busto y Desojo, en Lizarraldea. Sus primeras incursiones literarias se iniciaron en 1947 con cuentos en la prensa zaragozana. En 1959 ganó su primer premio con una novela corta, y a partir de entonces no dejó de publicar y recibir menciones y reconocimientos, incluido el premio Príncipe de Viana de la Cultura en 2006. Ha publicado libros en diversas editoriales y numerosos artículos en distintos periódicos y revistas. En Txalaparta publicó 'Miniaturas', una selección de textos aparecidos en Egin entre los años 1996 1999, que respondían a estados de ánimo recogidos en un momento que son ya historia: rabia, recuerdos, preguntas insolentes y resabios.
Rescatamos de ese libro dos pasajes, uno referido a la Boina y otro a la Muerte.
 
La Boina

"Pacífica y labriega en la cabeza de aldeano, la mía, ornato de porte fue, tocado con gracia, siempre distinta, hoy sujeta a desdén y aparte, no sé por qué, pero señorial y bella en la cabeza de gente que se fotografió en estudio junto a jarrón, estatua, paisaje ficticio de lago y floresta. Cuadraba bien. Cada boina era un rostro, cada boina un hombre, un mundo. Belicosa un tiempo y de color de sangre en las huetes de las dos guerras carlistas, nuestras a pesar nuestro, y también en la última, la del 36, también nuestra, también carlista y también a nuestro pesar..."
 
La Muerte


"... Yo, Antoñana, fruto de miles de Antoñanas de ese pueblecito de Álava, la vascongada, pululé errando sobre la haz de la tierra un millón de años y hoy soy su efímero resumen. La muerte no segó mi estirpe y en lo sucesivo quedaré derramado en quienes me sigan, por tanto vivo y ellos serán también yo. Procedo de la vida y a la vida regresaré en polvo y ceniza. La muerte cabo de tránsito, un alto en el viaje hacia la nada. Dejaré testimonio de huella fósil y lo demás comedia y devaneo que la conciencia del hombre urdió con su miedo, necia soberbia, pues la muerte, el morir, tanto se asemeja al sueño (John Donne) y su desenlace es reparación, paz y reposo, lejos ya la injusticia, el oprobio, la sinrazón, el ultraje, la desasistencia, la soledad. El protocolo, la ceremonia, ólo disparatada ficción. Los disfraces, los ritos, sobran cuando la muerte generosa llega a tiempo, redime y salva..."


(De 'Gure Liburuak, euskal kerriko irakuble kluba, de la Editorial Txalaparta, nº 23 Zka, página 3)
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