Con Elena Soriano en la espuma del tiempo
(tomado de la revista 'caminar conociendo, nº 6, págs, 10 y 11)
Por Jacinto Luis Guereña*
1. - Dentro de las biografías, sin hojarasca y lejos de brezales, acaso siempre resulte humanamente útil acudir a Albert Camus. Así, ahora, releyendo "El mito de Sísifo", en creencia de frases que actúan casi como postulados, me hallo con lo que recordaba aunque sin precisión. He aquí las palabras, sin presunción ninguna, y en su desnudez cotidiana, muy hondas, en total autenticidad, y que conviene a la edad mágica y dolorosa y hermosa que nos tocó asumir, históricamente hablando. La frase constructiva y soñadora, aquel grupo de amigos que fuimos y nos unía el horizonte de fusiones y deseos. La edad urgente y utópica. Amigos del grupo: Jorge Renales, Juan José Arnedo, Elena Soriano, Arturo del Hoyo, Justo Diaz Villasante, Jacinto Luis Guereña, y anillándonos la sensibilidad de las cosas culturales y artísticas. Es decir, soñábamos, la confianza se llamaba esperanza. Para el país y el mundo, nos entrelazaba, cada cual con su estilo propio, la emoción más humana, la filosofía más exigente del ser. ¿No se definía en nuestros años? Esa razón también la recuerda Camus, y ahora copio la frase prometida y pedagógica: "Llega siempre un tiempo en que hay que elegir entre la contemplación y la acción. Eso se llama hacerse hombre" ¿No es aclaración suficiente? ¿Qué crónica podría simbolizarla mejor si se tiene en cuenta que era la historia de todos, incluyéndose por edad al propio Camus y además con la sangre española de su madre? La espuma del cierzo, la espuma de oleajes cuya urgencia tal vez no se deseaba tan ardientemente. Pero llegó con la Segunda República en España, y nos tocó a todos. Cuando se sueña se quiere muchísimo, y no la aceptación, más bien todo o nada. Ese decisivo planteamiento también fue nuestro, en mayor o menor grado de voluntad y añado el complemento explicativo camusiano a su frase: "Esos desgarramientos son espantosos, pero para un corazón orgulloso no puede haber término medio". La pura sed de lo verdadero. La desnudez completa de nuestra elección. Los amigos citados, y algunos más, por supuesto, convergíamos. Y éramos felices.
2 - Los recuerdos tienen un arranque - concretamente 1932 - 1933 -: estudios y problemas estudiantiles, la FUE y las Juventudes, exámenes de ingreso en las luego tan aplaudidas promociones pedagógicas del Plan Profesional de la Enseñanza, en el vasto caserón de ladrillo: hermosa y rectangular presencia que la filosofía educadora del Gobierno empujaba con entusiasmo.
................................................
¿Se erguía, luciendo ya su plumaje, entre otras aves, el urogallo misterioso, en la mente de Elena Soriano? Cabe señalar que allí, en la colina de los chopos, se alzaba, con las mismas estructuras actuales, la Residencia de Estudiantes. Y en nuestra Escuela, en los bajos, tenía su sede el Museo Pedagógico, a la sazón dirigido por Alejandro Casona. ¿No eran las mágicas energías del ambiente, encandilándonos y aporreando? Tenía que ser así, y fue inevitable: conocer a Federico García Lorca y a Juan Ramón Jiménez y a Casona y Rafael Alberti y a Ramón Gómez de la Serna. De Casona, con "La sirena varada" y "Nuestra Natacha", encarnación directa de lo que simbolizábamos y queríamos ser, los razonamientos impacientes; también el teatro de Margarita Xirgu y "Yerma" y "Bodas de sangre". [Con] la comezón y el hervor, seguro que fue preparándose "El Urogallo", al igual que con Jorge Renales y conmigo se hizo el bosquejo de una revista poética, "Vértice"; y con Antonio Diez Martínez se llevó adelante la realización de "Horizontes".
................................................
3. - Todos nos relacionábamos. Las urgencias literarias se compaginaban apasionadamente con la existencia cotidiana y coetánea. La polifacética experiencia de 1936 - 1939 y las consecuencias que produjo, en el campo republicano, -el campo del moro y del almendro, por decirlo con vocabulario de Max Aub- el campo de los vencidos.
Y surgió, con la derrota, el exilio, tremenda aventura tanto en el exterior como dentro de España. Años terribles, sin dicha para nadie, ni para vencedores ni vencidos. ¿Cómo alborear con luces de felicidad? ¿Quién se atrevía, de modo natural y espontáneo, a gozar de su juventud? Así, los años, en proyección de tatuaje y heridas para siempre, radicalmente imborrables. Dos caminos o dos desembocaduras, en la identidad de Elena Soriano: su vertiente de narradora, y su entrega a la edición de una revista: ya se sabe que fue su obra más personal, y en ambas direcciones.
................................................
Escribir en semillero de autenticidad, sin dejar de lado los ensueños: el territorio visionario. No tanto en estilística como en ahondamiento, palabras para atravesar fronteras porosas y, temáticamente, la unión entre mujer y hombre. Siempre ha sido así, tenía que serlo en nuestra autora. La comezón de vivir soñando y, casi por necesidad, el afán de encontrar la llave de una cerradura oxidada. ¿O qué otra cosa era la censura franquista en cuanto a creatividad?
La aglutinación argumental de personajes -trayéndome a la memoria su perspectiva de tensiones dramático / sexuales-, los paraísos oscuros del dolor, las heridas sin maquillaje alguno, y que, acaso, tuvieron manantial en la chilena Gabriela Mistral.
¿También la voz testimonial si se lee de través la enjundia narradora? Es muy posible y así lo creo. Las agujas de la familia que se hace tras el lento amor que fue construyendo la silueta de los hijos. Lo que acaece dentro y fuera de las vallas hogareñas; lo que no se puede impedir: filosofía fatalista: antigua herencia clavada en el carácter español: ineludible siempre: cariz dramático que Goya y Picasso ostentan como estandartes en su obra.
4. - Tras estas hondas, voladeras y ancladas experiencias dentro del arte de novelar, surgiría la ambición, la obstinación de ser editora de revistas. Esfuerzo muy notable, profundamente personal en todos los aspectos: fundación, dirección y soporte editorial. Es, fue, -queda el eco vivo-, "El Urogallo". En sus páginas colaboramos casi todo el grupo de aquella juventud entusiasta y creadora de los años inmediatos a la guerra. Elena Soriano tuvo a gala enardecer, con variada densidad y [ricos aportes] de las letras españolas y extranjeras, los diferentes números que fueron saliendo desde el inicial, en 1969, hasta 1976. Estos años representan su fuerza timonera.
5. - Y luego, la muerte.
5. - Y luego, la muerte.
Jacinto Luis Guereña es profesor, traductor y poeta. Son conocidas sus traducciones de Baudelaire, Verlaine y Supervielle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario