que se dobla
bajo el peso de un ave de paso"
Rabearivelo
Quisiera que, esa frágil ternura, fugaz como el tiempo de un batir de párpado, quedara alojada en la retina; ya que, son pocos, muy pocos, los que se inclinan ante la mirada, sorprendida e indefensa, de los Hijos de los Hombres:
En su obligado peregrinaje, encuentran una parte de la tierra, y, aun amándola, les es extraña y hasta hostil como hiena acorralada...
Ese gesto de humilde hospitalidad, que no es adulación hipócrita, deja perplejos a todos los presentes y restablece el origen esencial de las moradas, edificadas, no con ánimo agrio de disputa, sino con la firme convicción de albergar al cansado caminante.
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