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viernes, 19 de junio de 2009

José Mª Amigo Zamorano: Autobiografía libresca de José Segovia

Título: Anochece y aun no he leído todos los libros
Autor: José Segovia
Editorial: Europa Viva
Año: 2008

Lo mismo que al albañil, por ejemplo, lo van determinando los elementos que caracterizan su trabajo: el frío, el calor, el cemento, los ladrillos... las casas que hace; al campesino lo va curtiendo la tiera; al camarero, al mecánico, al oficinista... los factores de su currelo. A otros los moldean los libros que leen. Es el caso de José Segovia, Pepe para los amigos.

Cuando se presentó el último libro de Urbano Blanco Cea -del que ya escribimos algo en la página web 'elnaviero'- se nos anunció, a los presentes en el acto, que pronto lo harían en Las Navas del Marqués otros libros escritos por naveros y naveras: el del susodicho José Segovia y el de Ángela Segovia que aunque se apelliden igual creemos que no son parientes. Por cierto, el de Ángela se hace mañana, sábado, a las 8 de la tarde en el local que tiene la Caja de Ahorros de Avila al lado del Castillo de Magalia.

Sin embargo el de José Segovia se hizo en este mismo local hace unas semanas. Se titula 'Anochece y aun no he leido todos los libros', editorial Europa Viva, 2008. En él hay numerosímas citas sobre Las Navas pueblo al que califica de 'paraiso perdido'. Aquí pasó buenas temporadas, comió moras de las zarzas, cazó víboras y pájaros, descubrió la libertad, los toros, la soledad, vio películas en los cines Sanvy y Matute, aquí recuerda un tío suyo tumbado en un sofá padeciendo de alguna enfermedad. Era hermano de su padre. Falangista perseguido...

Pero no trata de eso el libro.

Su tío falangista como su padre; progenitor al que hirieron en la batalla del Ebro. Bala que le entró cerca de un ojo y le salió limpiamente por detrás de la cabeza. Afortunadamente no le afectó el cerebro de milagro. Aunque si le dejó secuelas. Por eso le dieron una medalla. Condecoración, dice José Segovia irónicamente, que también recibió el 'golpista' Milans del Bosch (si no se escribe así que nos perdonen) por herirse levemente tropezando al salir de un coche.

Aunque no trata de eso el libro.

José Segovia nos dice que todo eso de su familia le influyó. Como le influyeron los maristas, donde estudiara bachilerato, que no salen muy bien parados de su análisis; como le marcó su afliación a la Acción Católica hasta el extremo de encauzar su vocación hacia el sacerdocio católico, apostólico y romano. Pero, ¡ay!, se le cruzó como a Fray Gerundio de Campazas una moza y... ahorcó su intención curil. Ese quiebro en su vida llega a su compromiso militante contra el franquismo metiéndose el PSOE. A próposito de esta militancia recuerda la frase de su madre:

-¡Ay, hijo!, te has unido a esos que nos quitaron los colchones en Las Navas.

O el saludo de un tío suyo, muy de derechas, cuando fue a dar un mitin a Las Navas del Marqués:

-¿Qué hace aquí este soplapollas?

En el libro nos transmite cómo trabaja en la organización del Partido Socialista en Ávila, cómo participa en las campañas electorales o cómo arriba al Ministerio de Educación del gobierno de Felipe Gonzalez como Director General de Enseñanzas Medias; o cómo practica el baloncesto bajo las órdenes del que fuera selecionador nacional, si mal no recordamos un tal Diaz Miguel, o algo así; y por no esconder no esconde ni su afición por los toros, ni su admiración por el Real Madrid...

Pero, repetimos, no trata de eso el libro.

En realidad nos da una visión de si mismo a traves de los libros que le han marcado. Se precia de tener cerca de 13.000.Su lectura, la lectura de 'Anochece y aun no he leído todos los libros' de José Segovia para nosotros es, como decía José Bergamín, el recuerdo de 'un momento histórico' transformado en 'instante eterno'.

Casi nos parece mentira que D. José Segovia Pérez no se haya leído todos los libros. Y no lo decimos por decir. Y si no lean lo que les ponemos como punto final, un poco largo, de esta reseña.

En el libro se citan numerosos títulos y autores: El camino de Delibes, Baudolino de Umberto Eco, Mi familia y otros animales de Durrell, Alicia a través del espejo de Carrol, Tiempos de silencio de Martín Santos, Metafísica de Aristóteles, La biblioteca de noche de Manguel, Historia de los heterodoxos españoles de Menéndez Pelayo, El choque de civilizaciones de Huttington, Tratado sobre la tolerancia de Voltaire, Nadar contra corriente. Julian Besteiro de Patricio de Blas, La hora 25 de Gheorghiu, Cien años de soledad de García Marquez, Una historia de amor y oscuridad de Amos Oz, Memorias de Adriano de Yourcenar, El cartero de Pablo Neruda de Skarmeta, Equipaje de arena de Langtus, Aurora roja y muchas más obras de Baroja, Paideia de Jaegger, Los filósofos presocráticos de kirk y Raben, La filosofía en la Edad Media de Gillon, La filosofía de la Ilustración y Problema del conocimiento de Casirer, La Viena de Wittgentein de Jarrik y Tolmin... obras de Galileo, Newton, Kepler, Copérnico, Hawking... libros de sociología de la ciencia de Merton, Feyerband, Latona... o de Browne, Bacon, Bachelar, Woolgar... y muchos más como Nagel, Popper, Hempel, Bunge, Needham, Russell, Buterfield, Hell... solo en las primeras 39 páginas.

Y no se engañe nadie, no. No es ningún ladrillo. Puede que haya que tener una cierta cultura para saborearlo, pero está escrito con ritmo, con agilidad, con soltura. Dos únicas pegas que le ponemos: que apenas cita los últimos asesinatos del franquismo de septiembre de 1975; cosa que no entendemos del todo en un hombre de pensamiento tan radical, puesto que el FRAP organización a la que pertenecían tres de los cinco asesinados era dirigido por una gran socialista, por Álvarez del Vayo; y un anticomunismo con tintes de sectarios.

No vamos recomendar que se lea. Pasamos ya de eso. Allá cada uno. Es su libertad y con su pan se lo coma. Pero eso que se pierde por no leerlo.

viernes, 5 de enero de 2007

José Luis Morante: 'Luis Felipe Comendador, un poeta del desencanto'


POESÍA DE LOS NOVENTA:
LUIS FELIPE COMENDADOR, UN POETA DEL DESENCANTO

por José Luis Morante*

Luis Felipe Comendador nació en Béjar (Salamanca) en 1957. Pertenece a la generación de García Montero, Benítez Reyes y Carlos Marzal según críticos y antólogos. También podría alinearse con Juan Carlos Mestre, Andrés Trapiello o... Blanca Andreu por citar algunos.

Pero ha publicado tarde y se puede considerar un poeta de los noventa. Es conocido como editor y animador cultural al frente de la revista Los Cuadernos del Sornabique. Con Sesión continua acaba de recibir el Premio Internacional Gabriel Celaya de Torredonjimeno Jaén; el segundo recayó en un colaborador de Caminar conociendo Tomás Camacho Molina.

Su libro inicial Versos giróvagos es casi una propuesta surrealista. Son los mecanismos del sueño y los automatismos de la intuición quienes actúan como elementos motrices en las composiciones que manan desde una tradición poco transitada que recorre la mística sufí, el acervo clásico helenístico y alguna lectura heterodoxa del Antiguo Testamento.

Notario de las horas se vertebra a partir del recuerdo y de la reflexión intelectual y y hay en sus poemas una evidente voluntad de despojamiento y un importante exilio de elementos retóricos cuyo objetivo final el abandono del hermetismo y la utilización de una sintaxis más comunicativa conseguida mediante un lenguaje intimista, evocador y en ocasiones prosaico.

Realistas y existencialistas, sarcásticos e irreverentes, con materiales que entrelazan biografía y ficción, son los poemas de En fin... ya veis amigos, una tercera entrega que nos recuerda mucho las prácticas escriturales del realismo sucio americano, próximas al comic y al cine negro, tan asumidas en la reciente poesía española por nombres como Roger Wolfe o Karmelo Iribarren.

Pero el mejor Comendador se percibe en tres libros: Sentado en un bar, Un suicidio menor y Sesión continua. Los tres comparten un personaje poético semejante: un tipo corriente que no desdeña la pública exhibición de su mundo afectivo, que mira al pasado con insistencia, enfermo de nostalgia y de tedio; y que reconstruye un lejano paraíso con un sentimiento elegíaco desmesurado, mientras sorbe unos mínimos tragos de rebeldía entre la cotidianeidad de un pueblo de provincias porque racionaliza la certeza de un mañana que llegará sin ningún cargamento trascendente.

El sujeto poético no vive desligado del presente. Tiene un profundo sentimiento social. Percibe desajustes si mira a su alrededor, le indigna la situación de Bosnia, Ruanda, Chiapas, y no soporta esa moral burguesa de conformidad con un tiempo que nos hace mediocres. Esta es la atmósfera que respiramos en Sesión continua, cuya novedad fundamental es la construcción de las composiciones con técnicas cinematográficas. Las estrofas aparecen bajo la vestimenta de pequeños cortos que incluyen instrucciones de rodaje. Así el libro nos va dejando argumentos que dibujan con precisión, y una emoción contenida, todo el friso social.

El poeta recurre a la escritura como respuesta a una situación existencial: la poesía es útil en cuanto cuestiona el conformismo y la abulia pasiva, en cuanto utiliza el verso para poner en tela de juicio determinadas actitudes o determinados comportamientos insolidarios, mediante el escepticismo y la ironía no exenta de crueldad.

El bejarano es el aplicado notario insobornable que hace la crónica de un desencanto: su poesía entrometida zarandea porque dice en voz alta y por escrito lo que todos pensamos: somos protagonistas secundarios, figurantes anónimos, las torpes marionetas de un pequeño teatro cuyos hilos maneja a su capricho un invisible director de escena.

José Luis Morante (crítico literario, profesor y poeta)

Los amplios párrafos que aquí se muestran son parte de un texto que el autor leyó en el Salón de Actos del Ateneo de Madrid el día 15 de enero de 1997, en la presentación del libro de Luis Felipe Comendador Sesión continua.

SUMARIOS:

"la poesía es útil
en cuanto cuestiona
el conformismo
y la abulia pasiva"


"su poesía zarandea,
dice en voz alta
lo que todos pensamos:
somos protagonistas
secundarios,
las torpes marionetas
de un teatro que
maneja a su capricho
un invisible director de escena"

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 DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO', Nº 6; Las Navas del Marqués (Ávila)

Ramón Mayrata: EL IMPERIO DESIERTO


Por Ramón Mayrata
AUTOR: Ramón Mayrata
TITULO: EL imperio desierto
PUBLICACIÓN: Madrid: Mondadori, 1992

Escribí EL imperio desierto estimulado por la convicción de que se trataba de un libro que era preciso que fuera escrito. Sin duda aspiraba a acoger en él mi experiencia vivida en un momento trágico de la historia española y, sobre todo saharahui. Pero cuando empuñé la pluma acabé dándome cuenta que no era ese deseo de impulso primordial que me movía a escribir, sino la pretensión de abordar el conflicto entre la humanidad de la política y la humanidad de los hombres. Estoy convencido que aquello que ocurrió en el Sahara, con sus peculiaridades, hace ya muchas lunas, el modo en que los intereses de las grandes potencias y de las pequeñas potencias regionales pisotearon cruelmente las sencillas, tal vez ingenuas, pero legítimas aspiraciones de los habitantes de un territorio a la hora de regir su futuro, es algo que está ocurriendo incesantemente en el mundo. Es uno de los rasgos que definen el mundo en el que vivimos. No sólo sucede con los pequeños países, sino con amplias capas de la población de todos los países, cuyo destino se juega en un marco que les excede. Creo que es un conflicto que en mayor o menor medida afecta a todos los seres humanos y es esa universalidad la que puede otorgar a la novela un significado más allá de la situación histórica que la suscitó.
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Tardé mucho tiempo en concluir este libro que esconde a sus espaldas al menos cinco versiones hasta adoptar su forma definitiva. Sin duda siendo los mimbres con los que está trenzado de naturaleza autobiográfica necesitaba distancia, la ironía suficiente, en el sentido etimológico del término, para que no se convirtiera en un libro de memorias, un reportaje, ni siquiera una novela histórica. Yo deseaba que fuera una novela sin apellidos. Novela de descubrimiento y pérdida. El protagonista es, un joven antropólogo que recibe el encargo de escribir una historia de un territorio que desconoce. En él no sólo recibirá el impacto candente de otra cultura, sino que afinará sus convicciones y sentimientos ante la existencia. En ese sentido es una novela de incitación a la vida, en el que un muchacho se ve sometido al fuego graneado de múltiples situaciones límite.
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A través de los ojos ávidos de ese protagonista intenté captar lo que había visto. A menudo recurrí a los cuadernos de notas que tomé en el territorio, pero sin olvidar que estaba escribiendo una novela, es decir construyendo un mundo ficticio, imaginativo, cuya verosimilitud depende de sí mismo y no de las referencias a aquello que había vivido.
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Pretendí evitar un exotismo que me complace en los modernistas y me desagrada en los escritores posteriores. Creo que a ello me ayudaron mi trabajo en la Comisión de Estudios Históricos del Sahara que me obligó a profundizar en la cultura del territorio y, también, el proceso de aculturación que rauda e intensamente transformaba a la sociedad saharahui y que hacía añicos los tópicos acuñados con anterioridad. Pero intenté preservar como oro en paño la fascinación que producen los desiertos, que no es la fascinación precisamente de un paraíso, sino de una naturaleza dura y esencial. La cultura de sus habitantes que ha hecho posible la supervivencia en condiciones tan extremas me hizo apreciar su moderación, su ausencia de consumismo y ese orgullo que se confunde con la libertad, que sin duda han contribuido a que hayan podido sostener una guerra desde hace veinte años, en condiciones de notabilísima inferioridad material y numérica, y aunque no han logrado vencer, tampoco han sido vencidos.
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Por último diré que en el libro no abunda el argot ni los modismos locales pero en algunas páginas intenté transfundir al español, como un aroma, la forma de narrar que escuché en los labios del poeta ciego Sidati uld Mamina o leí en el manuscrito del Kitab al badiati (El libro del mamodeo) de Cheij Mohammed el Maaami.
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Aunque yo pretendiera escribir una novela más universal que local, más ceñida a las preocupaciones de cualquier hombre que al gusto por el costumbrismo, he de decir que el Sahara ha sido crucial en mi vida y, cuando cierro los ojos, las imágenes que conservo de él en la memoria son las más frescas junto a alguna de la infancia. Y ese es un enigma que aún no me he explicado del todo.

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Obras de R. Mayrata: Estética de la serpiente (poesía), Una duda de Alicia (poesía), Sin puertas (poesía), Por arte de magia (ensayo), El ojo de la arbitrariedad (ensayo), La sangre del turco (ensayo), Alí Bey el Abasí: un cristiano en la Meca (narrativa), Si me escuchas esta noche (narrativa), El imperio desierto (narrativa), El sillón malva (Narrativa), La vía lactea (teatro)

(TOMADO DE LAS PÁGINAS 51-51 DE CAMINAR CONOCIENDO 6)