Al nombrar a los objetos, hago surgir un mundo encantado, un mundo de monstruos sobre el claroscuro mal diferenciado del mundo, un mundo de potencias al que intimo, al que invoco y convoco.
Al nombrarlos, flora, fauna, en su extrañeza, participo en su fuerza, participo de su fuerza.
En cuanto a la imagen, es distinto. La imagen vuelve a ligar al objeto, acaba de denotar, al mostrarme su faz desconocida, su singularidad, pero mediante la confrontación y la revelación de sus relaciones. Define no ya su ser sino sus potencialidades. En resumen, lo dota de su trascendencia fundamental.
El ritmo por ultimo, y tal vez tendría que haber comenzado por aquí, porque es en definitiva la emoción primera y conminación que anuncia en principio su rumor. Venido de donde? No artificialmente impuesto desde afuera, sino surgido de las profundidades. Noche de sangre que brinca en el día y se impone. El tempo de la vida. Su sacudida. No la música de las palabras captada, sino su mas profunda vibración interior. Por este motivo el escultor sudanés solo trabaja de noche y cantando, incorpora a la estatua el verbo encantador.
Entonces, quid de la poesía? Hay que volver una y otra vez a ella: surgida del vacío interior, como un volcán que emerge del caos primitivo, es nuestro lugar de fuerza. La situación eminente desde donde intimamos. Magia. Magia.
Referencia: Aimé Césaire. Carta a Lilyan Kasteloot (fr) Poeta, dramaturgo y militante negro de la isla de Martinica (Centroamérica antillana) Traductora: Susana Murguía.
(Tomado el texto de la red. Sólo hemos corregido algunas palabras con faltas de ortografía)
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