Wagner:
¡Ay! Cuando se pasa uno la vida encerrado en su museo y apenas si ve el mundo un día de fiesta, y aun así y todo por unos anteojos, desde lejos, ¿cómo puede uno conducirlo bien mediante la persuasión?
Fausto:
Si no lo sentís en vosotros mismos, no podréis partearlo; si no os brota del alma y con facilidad de fuerza primaria, rinde los corazones de todos los oyentes. Pero os estáis muy sentados. Pagáis unas cosas con otras, ponéis al fuego un guiso trasnochado y sopláis sobre las mortecinas ascuas de vuestro rescoldo. Asombro de chicos y micos cuando luego no sabe mal del todo... Pero jamás crearéis corazón para corazones si del corazón no os sale a vosotros.
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Goethe, en 'Fausto'; Acto Único, Escena Primera, Primera Parte
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(*) El título es nuestro
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