I
Para los obreros
del algodón
amanece mucho
antes que el día,
y cuando el sol
inicia su camino,
ellos ya lo han trazado
hace largo
con el áspero ritmo
de su espalda.
Dicen
que cuando llega
la noche,
los obreros del algodón,
como por costumbre
o por olvido,
siguen cortando,
con el moreno gesto
de sus manos,
sucesos blancos
para que vista el mundo
y el frío no agite
sus roncas alas
en la cordial tibieza
de a piel beneficiada.
Dicen
que los obreros
del algodón
tienen
tantos soles
acumulados
en su rostro
que con ellos
podrían
alumbrarse
mil planetas.
Así de contínua
y larga
es su jornada.
II
Macario Santiago
me lo dice,
mientras sus ojos,
que me miran
altamente,
son una cósmica
protesta
contra el hambre.
Entonces
su rostro geográfico
me explica
que debe ser muy grave
y muy amargo su trabajo.
Macario Santiago
no comprende
por qué le pagan
tan poco todavía.
Macario Santiago,
obrero de algodón,
aun no lo comprende.
III
Pero Macario Santiago,
ya se enoja.
Y encrespando su puño
nos relata
cómo después de su larga
y árida jornada,
aun los capataces
reducen el peso
de su duro trabajo
y le imponen castigos,
cuya sanción popular,
un día,
tendrá que costarnos
mucho sacrificio de bondad
en el futuro.
Pero Macario Santiago
ya despierta.
Y cuando lo haga
en siempre,
¡su tormenta
habrá comenzado
también
a fecundar el alba!
___________
(*) http://www.literaturaguatemalteca.org/Otto.html
(1) Leído en el poemario 'Vámonos, Patria, a caminar'
(Del libro 'POESÍA REVOLUCIONARIA GUATEMALTECA. de Mª Luisa Rodríguez. Edita: Zero, S.A. Madrid, octubre 1969)